Según resúmenes emitidos por el Gobierno, las víctimas fueron 30 civiles, 14 soldados y tres milicianos progubernamentales, mientras que 16 insurgentes perecieron en el ataque que ninguna organización ha reivindicado.
No obstante otras fuentes afirmaron que el número integristas muertos fue de 58, sin mencionar si hubo heridos en la acción, ocurrida en medio de un incremento de la violencia que ya causó la pérdidas de centenares de ciudadanos, asesinados por grupos armados vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico.
Tales destacamentos ejecutaron numerosos ataques en Burkina Faso, Níger y Mali, países de la franja semidesértica africana conocida como el Sahel, fronteriza con el desierto del Sahara.
En el caso burkinabés fracasaron los intentos de negociar con esa insurgencia, mientras aumenta el número de víctimas y la población desplazada por esas agresiones.
La faja colindante con el deierto se sumió en el caos en 2012 como efecto colateral de la guerra desatada un año antes por países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra el gobierno libio de Muamar Gadafi, en la cual asesinaron a ese líder.
Después hubo una rebelión separatista de la comunidad tuareg en el norte de Mali y que dio paso a la injerencia de grupo vinculados con Al Qaeda, los cuales se apoderaron de grandes porciones del país.
La semana pasada, los extremistas mataron al menos a 12 soldados en el noroeste de Burkina Faso y dieron muerte a unos 30 civiles, y con anterioridad otro grupo armado mató a 37 civiles, incluidos 14 niños, durante un ataque a una pequeña aldea en Níger.
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