Abarza, una de las cartas más seguras de la delegación del país sudamericano para alcanzar medallas en esta edición, cumplió así la aspiración de toda su vida desde que a los dos años se lanzó por primera vez a una piscina como terapia contra el síndrome de Charcot-Marie-Tooth.
A esa enfermedad degenerativa que atrofia los músculos se impuso el chileno en años de esfuerzos permanentes hasta convertirse en una leyenda en este país, como ejemplo de que es posible sobreponerse a todas las dificultades.
La victoria es destacada hoy por prácticamente todos los medios locales y ocupa espacios relevantes en redes sociales como Twitter e Instagram.
Su triunfo es además histórico, pues se convirtió en el segundo chileno que conquista medalla de oro desde que se celebran juegos paralímpicos, tras la conseguida en atletismo por Cristian Valenzuela en Londres 2012.
En sus primeras declaraciones a la televisora TVN tras la victoria, pletórico de alegría Abarza dijo estar viviendo un sueño que partió desde su infancia y ‘coronarlo así es algo que me hace muy feliz, agradezco todo el apoyo, de la gente, mi familia, el comité paralímpico’.
‘Me dolió muchísimo la carrera –relató-, sabía que tenía que apretar y no volverme loco los primeros metros, es difícil a veces enfocarse, uno cree que va lento, pero iba rápido’.
Añadió que ‘la vuelta me dolió como nunca, pero iba apretando, sabía que estaba cerca y cuando vi el marcador sabía que quedaban siete metros, me dolió la vida, pero sabiendo que no quedaba nada y le di con todo’.
Asimismo recordó que ‘es un camino largo, de muchos años, no es llegar y estar acá. Hay mucho sacrificio, pero valió la pena y es lo que más rescato. Los sueños están para cumplirlos, con trabajo se puede lograr hasta lo imposible. Hay que proponérselo, nada es imposible’, concluyó.
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