Ya sean los cortes de energía durante 20 o más horas, las largas filas en las gasolineras para repostar o la devaluación de más de 100 por ciento de la moneda nacional, pero el humor los hace olvidar.
‘Estamos mostrando lo lejos que hemos caído’, expresó Nathalie Masri, una ejecutiva de publicidad que lanzó en 2018 la página Coffee Break con su amiga y socia Nadyn Chalhoub, bajo el lema ‘El sarcasmo es nuestro medio de supervivencia’.
Sus primeras publicaciones eran comentarios generales, pero cuando llegó el colapso financiero un año después, ella y su amiga comenzaron a abordar temas de la cotidianidad doméstica o de la existencia.
‘¿Por qué gas para cocinar? Solo frota dos rocas y harás un fuego’, difundió Chalhoub en un video en las redes sociales.
Un cibernauta, Farid Hobeiche, muestra a sus 156 mil seguidores cómo convertir refrigeradores en armarios de ropa para darle utilidad, toda vez que los apagones los volvieron inútiles.
Más que un escape, según Hobeiche, las publicaciones ofrecen un mecanismo para enfrentar una crisis que el Banco Mundial clasifica de las peores desde 1850.
No es solo reírse, explicó, sino esparcir esperanza, pues si ven a alguien todavía bromeando, se transmite optimismo, apuntó.
Hobeiche siguió la línea de un material del Journal of Consumer Research que da cuenta de quejarse con humor ayuda a replantearse situaciones terribles de una manera menos negativa y dramàtica.
‘Cuando compartimos dolor y realidad, lloramos juntos, pero también podemos reírnos juntos de lo absurdo que es’, resumió Shaden Esperanza, otro usuario de las redes.
oda/arc