Como antes de la emergencia sanitaria, el fin de semana que precede al comienzo del ciclo escolar comerciantes y familias atestaron la emblemática calle Mesones, en el Centro Histórico, especializada en materiales escolares, con la finalidad de comprar al mayoreo o surtir la lista de útiles.
Lo mismo ocurre con papelerías establecidas y tiendas minoristas las cuales tuvieron una menor afluencia que aquellas quizás por precios un poco más elevados, pero todas con estrictas medidas de sanidad para recibir a padres y estudiantes lista de papel en mano o en sus teléfonos celulares.
Realmente la reticencia al regreso presencial a las aulas es mínimo en comparación con las familias que aceptaron los razonamientos que la Organización Mundial de la Salud y el gobierno de México han explicado con lujo de detalles para demostrar que incluso puede haber más posibilidad de contagio del virus causante de la Covid-19 en la casa que en la escuela.
Más allá de las posibilidades de contagio, que no se descartan, el tema principal es la afectación que el encerramiento tiene sobre los niños, la cual es de alto impacto y de allí la recomendación de los expertos de liberarlos y reiniciar clases presenciales con todas las medidas sanitarias necesarias.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, vehemente defensor del regreso a clases, consideró que de no hacerlo se perderá una generación curricular lo cual es muy negativo para el futuro del país.
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