Según la revista Nature’s Scientific Reports, estos malestares pueden durar semanas y hasta meses tras decretarse la recuperación de un paciente.
La lista de secuelas es liderada por la fatiga, seguida del dolor de cabeza, trastorno de atención, caída del cabello, dificultad para respirar, pérdida del gusto, del olfato, tos, malestar en el pecho, disminución de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño y fibrosis pulmonar.
También presentan problemas cardiovasculares, como arritmias y miocarditis; además de tinnitus (cuando se siente un sonido de timbre u otros ruidos en uno o en ambos oídos) y sudores nocturnos, además de afectaciones neurológicas, entre ellas, demencia, depresión, ansiedad y trastornos obsesivo-compulsivos.
Los científicos encontraron que el 80 por ciento de los adultos recuperados tenían al menos un síntoma a largo plazo que duraba de semanas a meses después de una infección aguda, leve, moderada o grave de Covid-19.
Otros estudios señalan que el virus SARS-CoV-2 provoca trastornos en el hígado, páncreas, envejece el cerebro, produce nódulos en el polo posterior del globo ocular, conjuntivitis, retinopatía y la pérdida de los dientes, entre otras secuelas.
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