La pandemia de Covid-19 y la respuesta mal concebida por el gabinete del primer ministro, Narendra Modi, junto a la enorme pérdida de puestos de trabajo y de ingresos debido a los cierres para frenar la cadena de contagios, colocaron a un gran sector de la población al borde de la inanición.
Nueva Delhi proporcionó un alivio inadecuado en términos de alimentos y alguna ayuda financiera durante unos meses sólo a una parte de la gente, subrayó el artículo de opinión ‘La larga sombra del hambre en la India’ divulgado por ambos sitios digitales.
A lo largo y ancho del país surgieron historias escalofriantes de personas que comían hierba y tubérculos silvestres, mendigaban comida a los vecinos y las organizaciones benéficas, pedían préstamos a intereses brutales para sobrevivir o simplemente redujeron sus comidas.
Entre los más afectados están las comunidades más marginadas, como los tribales que viven en los bosques, los trabajadores agrícolas sin tierra, los obreros cuyas fábricas cerraron y el amplio segmento poblacional que depende del trabajo asalariado diario en servicios y sectores informales, como construcción y hostelería.
Y aunque India produjo una cosecha récord de cereales -395 millones de toneladas- los salarios de los trabajadores agrícolas y los pocos ingresos de los agricultores marginales disminuyeron, en un país con más de 140 millones de trabajadores sin tierra.
India sufría un hambre crónica y generalizada incluso antes de la pandemia, pues según estimó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para 2020 al menos 189 millones de indios padecían hambre severa.
El Índice Global del Hambre 2020 situó a la India en el puesto 94 de los 107 países afectados por el hambre masiva.
La Encuesta Nacional de Familia y Salud de 2015-16 halló que el 59 por ciento de los niños menores de cinco años eran anémicos, al igual que el 53 por ciento de las mujeres.
Asimismo, más del 38 por ciento de los niños tienen retraso en el crecimiento, indicador de desnutrición crónica.
No sólo las zonas rurales -donde viven casi dos tercios de los indios- sufrieron, pues en áreas urbanas las duras restricciones de cierre y el despido libre de trabajadores sin compensación económica dejaron a millones de personas al borde de la indigencia.
En las zonas urbanas hay millones de trabajadores informales, entre ellos proveedores de servicios personales y pequeños comerciantes, vendedores y personal de mantenimiento, además de los obreros industriales.
Según los datos mensuales del gobierno, durante los meses de abril y mayo de 2020, cuando se produjo el duro cierre, las existencias de cereales alimentarios fueron de 57 millones de toneladas y 64,4 millones de toneladas, respectivamente.
La cifra es dos o tres veces superior a las normas legales de almacenamiento, que incluyen las reservas estratégicas, pero el gobierno se negó a distribuir el grano.
El gabinete anunció que sólo se darían cinco kilogramos de arroz/trigo, además de la cuota habitual que se da a través del sistema de distribución pública.
No sólo era insuficiente, sino que se ignoró la dura realidad de que la gente no tenía aceite, combustible, etc., para cocinar los alimentos.
En junio de 2021, las existencias de cereales alimentarios alcanzaron un récord de 91 millones de toneladas pero el gobierno siguió reteniéndolo, negándose a distribuirlo entre la gente hambrienta.
Los sindicatos exigieron incluir en el sistema de distribución pública artículos esenciales como el aceite de cocina y demandaron una ayuda en efectivo para las familias.
Durante todo 2020 se celebraron protestas de los trabajadores y el 26 de noviembre los agricultores salieron a la calle contra la imposición de tres polémicas leyes del sector.
Las organizaciones progresistas están al frente del suministro de material de ayuda a las familias afectadas, así como el gobierno estatal de Kerala, dirigido por la izquierda.
Un millar de cocinas comunitarias fueron una valiosa ayuda para 500 mil trabajadores inmigrantes en Kerala, donde el gobierno estatal creó más de mil hoteles populares, con comidas a precios subvencionados.
Las organizaciones de izquierda y progresistas distribuyeron material de ayuda, incluyendo alimentos y artículos de uso diario como jabón, a las familias indigentes.
También, la Federación de la Juventud Democrática de la India proporcionó víveres a los pacientes y sus asistentes en los hospitales de las facultades de medicina.
Del mismo modo, el Centro de Sindicatos Indios proporcionó alimentos y artículos de primera necesidad en casi todos los Estados de la India con ayuda de donaciones de la gente.
La crisis económica en India se caracteriza por altos niveles de desempleo y falta de alimentos y derechos básicos como salud y educación para una gran masa de personas, mientras los grandes empresarios acumulan enormes beneficios en medio de una desigualdad extrema.
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