Una de las prioridades consistirá en supervisar una auditoría en el Banco Central (Banque du Liban), al cual la percepción popular achaca gran parte de la deteriorada situación actual.
La moneda nacional redujo su valor en más de 100 por ciento respecto al dólar estadounidense, al que está atada la economía libanesa desde 1997, una obra de esa institución bancaria.
El primer ministro designado Najib Miqati, uno de los hombres más ricos del país, es considerado parte de la elite política culpable de la bancarrota.
Miqati estuvo en ese mismo cargo durante dos periodos anteriores (2005 y de 2011) y hay sospechas de que amasó su fortuna en esos mandatos.
No quedó claro de inmediato qué compromiso de último minuto agilizó la nominación del equipo gubernamental, del cual careció Líbano desde el 10 de agosto de 2020.
La nominación del colectivo ministerial acaeció en medio de recientes e inusuales presiones de Francia y Estados Unidos que debieron temer por una explosión social ante un colapso total del país.
Escasez de combustible, medicinas y alimentos podían generar un levantamiento popular y conducir a un conflicto armado interno.
El gobierno recién nominado deberá recibir el voto de confianza del Parlamento y de igual manera convencer a la comunidad internacional que condiciona su ayuda al país solo si aplican reformas para combatir la corrupción y la mala gobernanza.
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