El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reafirmó su compromiso de poner fin a la escasez energética y para ello intensifica su labor para garantizar que la transición a fuentes limpias sea justa para todas las personas, reduzca el crecimiento de la demanda y reoriente las inversiones hacia tecnologías sostenibles.
En su informe Cómo un mundo de energías limpias también debe abordar la pobreza y la desigualdad, ese organismo planteó que sustituir los combustibles fósiles y cocinar con biocombustibles también evitará enfermedades y millones de muertes por contaminación atmosférica, que mata a una de cada cinco personas.
Dicha revolución exigirá un compromiso financiero y debe planificarse de manera que no profundice las desigualdades ni agrave la pobreza, por lo que los grandes emisores tendrán que esforzarse más y seguir el liderazgo de los países más pobres para alcanzar emisiones netas de valor cero.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés) estima que las inversiones en energía limpia deben triplicarse, o incluso ir más allá, deben ascender a cuatro billones (millón de millones) de dólares para 2030.
Durante los próximos tres decenios, esto representará más de 100 billones de dólares, además, se estima que entre 2021 y 2030 el acceso universal a la energía requerirá 40 mil millones de dólares al año, precisa el documento.
La buena noticia es que el costo de hacer lo correcto es mucho menor que el de la inacción, afirmó el PNUD en su informe.
Tanto es así que la energía limpia crea tres veces más puestos de trabajo que la contaminante, los cuales beneficiarán a las mujeres y a las empresas más pequeñas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que se perderán seis millones de empleos en el sector de los combustibles fósiles, pero con las políticas adecuadas se crearán 24 millones nuevas plazas laborales de aquí al 2030.
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