Además, el racismo estructural y la injusticia sistemática todavía niegan a las personas sus derechos humanos fundamentales, subrayó en su discurso en la reunión de alto nivel para celebrar el vigésimo aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Durban.
Este aniversario, consideró el titular, resulta una importante oportunidad para reflexionar sobre nuestra posición y hacia dónde debemos ir.
Africanos y afrodescendientes, comunidades minoritarias, pueblos indígenas, migrantes, refugiados, personas desplazadas y muchos otros continúan enfrentando el odio, la estigmatización, el chivo expiatorio, la discriminación y la violencia, lamentó Guterres.
La xenofobia, la misoginia, las conspiraciones de odio, la supremacía blanca y las ideologías neonazis se extienden, mientras los derechos humanos son atacados, recalcó.
También hay un preocupante aumento del antisemitismo, un creciente fanatismo antimusulmán, maltrato hacia minorías cristianas y otras formas de intolerancia, añadió.
El racismo –observó el secretario general de la ONU– es a menudo el catalizador cruel de todo esto.
La pandemia de Covid-19 resulta una prueba abrumadora de que estamos muy lejos de corregir los errores del pasado y en algunos grupos marginados, las tasas de mortalidad triplican el promedio, señaló.
Pero existe en medio de este panorama un rayo de luz en el horizonte: ha comenzado un movimiento por la justicia y la igualdad raciales, de fuerza, alcance e impacto sin precedentes, aseveró el diplomático portugués.
Esta nueva conciencia, a menudo impulsada por mujeres y jóvenes, crea un impulso que debemos aprovechar, dijo Guterres y llamó a cada Estado miembro a adoptar medidas concretas, incluidas políticas, legislativas y mediante la recopilación de datos para apoyar esos esfuerzos.
Podemos superar estas aflicciones y sanar, si reconocemos la diversidad como riqueza y entendemos, como en la Declaración y Programa de Acción de Durban, que la lucha contra el racismo es tanto un esfuerzo global y universal como una lucha en todas las sociedades.
Debemos actuar para rectificar los desequilibrios de poder globales -políticos, económicos y estructurales- arraigados en el dominio colonial, la esclavitud y la explotación que continúan arruinando el presente, convocó.
Asimismo, pidió asegurar que todos, independientemente de la raza, el color, la ascendencia, el origen nacional o étnico, el género, la religión, la orientación sexual u otro estado, puedan vivir una vida digna y con oportunidades.
En un momento en que nos sentimos más divididos que nunca, manifestó el titular, unámonos en torno a nuestra humanidad común.
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