La cifra habla por sí sola: supone un 20 por ciento del total de refugiados del mundo y la población más antigua con ese estatus, según datos de Naciones Unidas.
Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, guerras, diálogos y sanciones no lograron hasta ahora un verdadero avance en la solución del problema, clave para la estabilidad de Oriente Medio.
Más bien lo contrario, mediante la expropiación de propiedades y terrenos, así como la ampliación de las colonias, los sucesivos gobiernos israelíes parecen decididos a ocupar cada centímetro de Cisjordania y Jerusalén oriental, mientras mantienen bajo un férreo bloqueo la franja de Gaza.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Medio (Unrwa) estima que unas 700 mil personas fueron obligadas a abandonar sus casas en 1948, aunque otras fuentes elevan la cifra a 900 mil.
En 1950, cuando Unrwa comenzó sus operaciones, 750 mil tenían el estatus de refugiados de Palestina, en la actualidad superan los 5,6 millones, que anhelan convertirse en ciudadanos con plenos derechos en su propio Estado, con capital en Jerusalén oriental.
El año de la catástrofe
El 15 de mayo de 1948, fecha de creación del Estado de Israel, y la posterior guerra fueron como una pesadilla para nosotros, destacó Wisam El Rayes, representante en Egipto de la Federación de Mujeres Palestinas.
Foto de Wisam El Rayes (Cortesía Federación de Mujeres Palestinas)
Por esa razón conmemoramos ese día con el nombre la Nakba (catástrofe, en árabe), en recuerdo de aquellos que huyeron y nunca regresaron, explicó a Prensa Latina.
Muchas personas salieron de prisa sin ninguna pertenencia, solo con las ropas que llevaban puestas porque pensaron que regresarían pronto, lamentó.
La activista apuntó que en medio de los combates y la confusión reinante las familias palestinas quedaron separadas y tomaron diferentes rumbos, gran parte de ellas nunca más volvieron a verse.
Eso fue muy triste. Con el desplazamiento del pueblo palestino y la ocupación israelí el papel de la mujer fue clave para mantener la unidad familiar y el hogar, incluso numerosas féminas empuñaron las armas.
Foto de Mohamed Ghareeb (Cortesía de Prensa Latina)
El territorio palestino era muy avanzado económicamente si lo comparamos con la región, muy próspero y con una gran riqueza cultural, pero tras el conflicto nuestro pueblo se convirtió en refugiado, coincidió Mohamed Ghareeb, secretario general del movimiento Fatah en Egipto.
Estamos repartidos en campamentos en El Líbano, Siria y Jordania. Muchos de nuestros compatriotas viven en Europa, África y Latinoamérica, incluso en Asia, comentó a Prensa Latina.
Mantener la identidad, clave de la resistencia
El Rayes resaltó cómo después de tantas décadas el pueblo palestino aún mantiene su identidad a pesar de todas las adversidades y la distancia de su patria.
Foto de Wisam El Rayes (Cortesía de Organización de Mujeres Palestinas)
Cuando se reúnen, las familias repiten las historias a sus hijos y nietos para que recuerden de donde vienen y mantengan el anhelo por su tierra natal, cuenta con emoción.
Como ejemplo de la estrategia para mantener vivo ese sentimiento, cita un programa de la federación que agrupa a niños y jóvenes a quienes muestran el mapa de Palestina para ubicar el lugar de donde provienen sus padres.
Les enseñamos la cultura palestina, su culinaria, incluso el dialecto para que no pierdan sus raíces, apuntó.
La exprimera ministra israelí GoldaMeir afirmó en una ocasión que los niños palestinos con el paso de los años olvidarían su tierra, y eso nunca ocurrió. Donde quiera que estemos llevamos a Palestina en nuestro corazón, afirmó.
Ghareeb, por su parte, hizo un recuento de la larga lucha de los palestinos para retornar a sus hogares y reconquistar sus derechos.
En principio, detalló, era un pequeño grupo de intelectuales y estudiantes en la diáspora, que poco a poco fue hilvanando una corriente combativa que cristalizó en 1958 con la creación del Movimiento Nacional de Liberación de Palestina (más conocido por su acrónimo en árabe Fatah), bajo el mando de Yasser Arafat y otros líderes como SalahKhalaf y Jalil al Wazir.
Sobre la oposición del primer ministro israelí, Naftalí Bennett, a la creación de un Estado palestino y su rechazo al diálogo, Ghareeb señaló que no es nada nuevo porque los sucesivos Gobiernos de Tel Aviv “siempre se negaron a conversar o reunirse con nosotros”.
Sin embargo, advirtió, la legalidad y las normas internacionales están de nuestra parte.
El Estado palestino es reconocido por 140 países, tenemos bandera, himno y embajadas, pero lo más importante, contamos con un pueblo que insiste en preservar su presencia en Palestina y su identidad en la diáspora, aseguró a Prensa Latina.
La diáspora y la nueva Nakba
Según la Unrwa, muchos de los refugiados palestinos “viven en campamentos sitiados en pleno conflicto sirio, zonas sometidas a bloqueo militar, ciudades devastadas por los bombardeos, tiendas de campaña desprovistas de las condiciones mínimas para una vida digna o lugares de difícil acceso para la ayuda humanitaria”.
Esos son los escenarios donde transcurre la vida de gran parte de la población refugiada desde que el conflicto los sorprendiera sin previo aviso hace más de siete décadas.
Los desafíos en la actualidad dependen del país de acogida. En Siria, donde siempre fueron bien recibidos, la guerra impulsada por Occidente y naciones árabes desde 2011 fue una verdadera tragedia para ellos.
La destrucción del campamento de Yarmouk, en las afueras de Damasco, ilustra el problema. Mientras, en El Líbano la grave crisis socio-económica es un golpe demoledor para las familias refugiadas, que nunca fueron aceptadas por una parte de la ciudadanía.
En tanto, en la franja de Gaza y Cisjordania el bloqueo, la ocupación militar israelí, los ataques, así como las expropiaciones de tierras y demoliciones de viviendas son una constante con la cual deben convivir.
A esto se suma la acelerada colonización judía, que cada vez deja menos tierra a los verdaderos habitantes de la zona.
Los asentamientos israelíes son un crimen de guerra en virtud del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, advirtió recientemente Michael Lynk, relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos.
Para Tel Aviv, esas urbanizaciones sirven para dos propósitos relacionados: primero, garantizar que el territorio ocupado permanezca bajo control israelí a perpetuidad, y segundo, impedir la existencia de un auténtico Estado palestino, aseguró.
Los asentamientos, recalcó, son «el motor de la ocupación israelí de 54 años, la más larga del mundo moderno».
En la actualidad existen unos 300 en Jerusalén Oriental y en Cisjordania, donde residen más de 680 mil judíos, mientras millones de palestinos se ven obligados a vivir fuera de su patria ante la mirada pasiva de la comunidad internacional.
arb/rob
*Este trabajo contó con la colaboración de PLTV, el departamento de Fotografía, la editora Amelia Roque, el jefe de la Redacción Internacional, Antonio Rondón, y la webmaster Wendy Ugarte.