Según la revista Journal of Autism and Developmental Disorders, cuando un hombre llora de felicidad al nacer su primer hijo, para el autista la persona está triste debido al llanto, y esa diferencia el pequeño con dicho trastorno no lo logra discernirla.
De acuerdo con la publicación, la capacidad de detectar estas diferencias entre la expresión emocional y el sentimiento emocional es una herramienta esencial para gestionar eficazmente los intercambios sociales.
‘Los niños con autismo pueden juzgar erróneamente los sentimientos de los demás debido a un exceso de confianza en las señales faciales en detrimento de las señales contextuales’, subraya la fuente.
Ellos al igual que otros infantes pueden reconocer imágenes estáticas de emociones en el rostro, pero estas no se presentan de modo aislado.
Las personas suele intentar ocultar sus sentimientos y para descifrarlos tiene que ocurrir un procesamiento en el que estén implícitas las señales contextuales, y ahí está la limitante de los niños autistas, precisa el informe.
ga/joe