Zeya cumple una apretada agenda en la nación caribeña tras el escándalo provocado por la renuncia del enviado especial Daniel Foote, quien culpó a la política estadounidense de la grave situación que vive el país caribeño.
La funcionaria es el tercer alto cargo que llega a Haití, tras la visita del subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, y del principal asesor del presidente Joe Biden para Latinoamérica, Juan González, quien pidió disculpas al pueblo por el trato infligido a los migrantes en la frontera sur de Estados Unidos.
En el encuentro con Henry, discutieron sobre la repatriación de migrantes, el diálogo inclusivo, el proceso electoral, así como la pandemia de Covid-19, y la rendición de cuentas por el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
‘Hablamos del diálogo inclusivo a través del acuerdo, de la ayuda de emergencia del Gobierno de Estados Unidos a la PNH (Policía Nacional de Haití), ante la inseguridad, de la asistencia jurídica mutua, de la reinserción de los migrantes y de las próximas elecciones’, confirmó el titular en la red social Twitter.
Zeya también sostuvo un encuentro con Quistel y reiteró la promesa de su Gobierno de destinar 15 millones de dólares ‘para ayudar a reducir la violencia de las bandas y mejorar la infraestructura penitenciaria’, aseguró.
Asimismo, conversó con el director de la Policía, León Charles, acerca de las necesidades de la institución en cuanto al fortalecimiento de la capacidad operativa de las unidades especializadas para luchar eficazmente contra las bandas armadas, subrayó la entidad.
No obstante, para el académico, Camille Chalmers, la sucesión de visitas de funcionarios estadounidenses persigue ‘lavar la imagen’ de ese país, en cuanto a su política exterior, particularmente hacia Haití y enmascarar las maniobras tradicionales de dominación.
Chalmers alertó que Estados Unidos quiere imponer de nuevo una fórmula para la resolución de la crisis haitiana, y eso solo provocó pérdidas para el país, señaló.
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