Desde 2018 la zona ocupada por bandas armadas representa un reto para las autoridades que no pueden respetar la tradición de colocar una ofrenda floral en el lugar donde fue asesinado hace 215 años una de las principales figuras históricas que liberó al país del yugo colonial francés.
Este domingo Henry intentó rescatar la tradición, pero tuvo que retirarse bajo el fuego intenso de los grupos armados y se refugió en el museo Nacional de Panteón Haitiano junto a otras personas.
El jefe de Gobierno finalmente depositó la ofrenda en el Altar de la Patria, que guarda los restos de Dessalines.
Poco después escribió en Twitter que también rindió tributo en la plaza pública de Marchand Dessalines, a unos 76 kilómetros al noroeste de Puerto Príncipe.
Desde hace varios años Haití está sumido en una espiral de violencia, con el control cada vez mayor de las bandas armadas, que se disputan vastas zonas de la capital e incluso la incomunican con los cuatro departamentos del sur.
La situación empeoró luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio, y obligó a más de 19 mil personas a abandonar sus hogares, mientras un número aun sin definir perdieron la vida en los enfrentamientos de pandillas.
También aumentaron los secuestros y asesinatos, que suman 628 de enero a septiembre, entre estos 29 extranjeros.
La víspera 17 misioneros estadounidenses, entre ellos niños, fueron secuestrados en Croix de Buquets, territorio bajo la influencia de la peligrosa pandilla 400 Mawozo.
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