“Entiendo la difícil situación de los libaneses en el extranjero y su miedo a cualquier medida que pueda apuntarlos, pero el asunto se ha convertido en una cuestión de dignidad nacional”, indicó Kordahi.
Esa fue su respuesta sobre una posible escalada de Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Kuwait que siguieron los pasos del reino de retirar embajadores, exigieron la salida del libanés y cortaron el comercio con el llamado país de los cedros.
“No me aferro a un puesto ni a un trabajo, pero el tema pasó a alcanzar dignidades”, agregó el ministro.
En agosto pasado, un mes antes de ser parte del Gobierno, Kordahi calificó de guerra absurda la de Yemen y aseguró que los rebeldes hutíes se defienden de la agresión de una coalición liderada por Riad.
El otrora presentador de televisión explicó que espera reunirse con el primer ministro Najib Miqati para poner las cartas sobre la mesa y llegar a un acuerdo.
“Cuando Mikati regrese de la cumbre climática en Glasgow, Escocia, me sentaré con él y tomaremos una decisión basada en la información que habrá reunido», agregó.
Arabia Saudita exigió la renuncia de Kordahi para normalizar las relaciones, aunque la percepción de los analistas anota que la presión del reino forma parte de un plan mucho mayor.
La escalada poco tiene que ver con lo que dijo el conocido presentador de televisión, sino con el tira y afloja entre Riad y Teherán, subrayó el analista político Karim Bitar.
“Kordahi fue sólo un pretexto para algo que estaba en preparación, dijo, de convertir a Líbano en uno de los campos de batalla entre Irán y Arabia Saudita junto con Siria, Yemen e Iraq”.
En todos esos casos, agregó, los dos rivales regionales apoyan bandos opuestos.
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