Ambos acordaron de la necesidad de tomar la iniciativa para encarrilar las relaciones con el reino del desierto y varios países de la península Arábiga.
Hay un punto clave, apuntaron, la dimisión de Kordahi para evitar un agravamiento de las tensiones con Estados del Consejo de Cooperación del Golfo.
La disputa diplomática derivó de unas declaraciones del ministro de Información al calificar de absurda la guerra en Yemen y que los rebeldes hutíes se defienden de una agresión liderada por Riad.
Las autoridades sauditas respondieron con la retirada del embajador en Beirut, ordenaron al libanés abandonar territorio del reino y suspendieron las importaciones de la nación con costas al mar Mediterráneo oriental.
Con posterioridad, amenazaron con romper relaciones si Líbano continuaba sin adoptar una postura correctiva sobre el asunto.
Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Kuwait acompañaron a Arabia Saudita con iguales medidas coercitivas.
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