En este país 89 por ciento de la población aboga por una mayor redistribución de los ingresos, muy lejos de la preocupación promedio en el resto del bloque de 38 países, que es de 66.
De acuerdo con el informe “¿Importa la desigualdad?”, cuatro de cada cinco personas en los países de la OCDE considera demasiado grande la disparidad de ingresos y de oportunidades.
El promedio de los ciudadanos cree que poco más del 50 por ciento de los ingresos nacionales van al 10 por ciento de los hogares más ricos, mientras que solo cuatro de cada 10 niños pobres saldrán de esa condición cuando sean adultos.
Los chilenos también demandan una fiscalidad progresiva, para que los más adinerados paguen los mayores impuestos.
Según la OCDE, pese a los avances en la reducción de la pobreza, el 53 por ciento de los hogares de este país son económicamente vulnerables, lo cual significa que no tienen un colchón financiero para protegerse ante una caída repentida de sus ingresos.
La desigualdad fue una de las causas del estallido social registrado en Chile en 2019.
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