Suscrito por Casey Michel, periodista de investigación, el informe describe como el estado de Delaware se lleva la corona en el país al convertirse en una de los más famosos paraísos fiscales del mundo
Al señalar que la nación norteña en sí es un “paraíso del secreto”, el autor puntualizó que la afirmación sería ridícula si las empresas fantasmas anónimas del estado no hubieran estado directamente relacionadas con la muerte de cientos de miles de personas, la estafa de miles de millones de dólares y el saqueo de naciones enteras.
Delaware, ubicado en la región nordeste del país, tiene hoy en la Casa Blanca un sólido apoyo en el presidente Joe Biden quien representó a ese estado durante muchos años en el Senado.
Esa demarcación es un gigantesco enclave financiero que ocupó titulares con el estallido del escándalo de los Pandora Papers y allí se encuentran registradas más de 1,3 millones compañías, es decir, un número superior al de sus habitantes.
Desde 1920 alcanzó una posición de líder en la carrera hacia el fondo de las empresas, con los legisladores del estado centrados únicamente en hacer a las empresas lo más felices posible, señaló Foreignaffairs.com
Las empresas fantasmas, aseveró Michel, eran efectivamente cajas negras: No podían ser rastreadas hasta los funcionarios extranjeros, cada vez más llenos de riqueza ilícita, que las poseían, pero esos funcionarios podían seguir protegiéndolas y controlándolas.
El analista cita varios casos de personas que usaron las facilidades del estado como paraíso fiscal y planteó que los ejemplos son demasiado numerosos para contarlos. Criminales internacionales y funcionarios extranjeros corruptos, contrabandistas de armas traficantes de personas y comerciantes internos, entre otros, usaron las “facilidades”, remarcó.
Subrayó Michel que todo ello apunta a una conclusión clara e ineludible: Al ser el estado más favorable a las empresas de la Unión -y la mayor fuente de empresas ficticias anónimas que el mundo haya visto jamás- Delaware extrajo sangre de las piedras de las empresas.
Mientras el estado donde reside el mandatario actual disfruta su bonanza, otros quieren atraer parte del capital -limpio, sucio, no importa- que Delaware absorbió. Y aunque todavía no han robado la corona de Delaware, han empezado a forjar sus propios imperios de anonimato financiero, puntualizó foreignpolicy.com.
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