El surgimiento de una nueva variante con toda su miríada de mutaciones, en este caso en Sudáfrica, era de esperar, aseveró Dar, director del proyecto One Health del Real Instituto de Relaciones Internacionales, también conocido como Chatham House, en alusión a que esa nación y otras del cono sur de África exhiben bajas tasas de vacunación.
En declaraciones que cita este sábado el diario The Guardian, el experto opinó que la cepa, bautizada como Omicron por la Organización Mundial de la Salud (OMS) expone los riesgos de no atender de forma seria las desigualdades globales que todavía persisten en la lucha contra la enfermedad.
La detección esta semana en Sudáfrica de la nueva variante, que podría ser aún más peligrosa que la Delta, disparó las alarmas a nivel mundial, e hizo que la mayoría de los países de Europa y de otras regiones cancelaran los vuelos comerciales desde media docena de naciones del cono sur africano.
Los estados africanos pagarán el precio de las prohibiciones a los viajes puestas en práctica para tratar de contener la propagación de Omicron, mientras que las farmacéuticas se beneficiarán de la búsqueda de vacunas modificadas, agregó Dar.
De acuerdo con el experto, lo que se necesita para limitar el impacto socioeconómico de esas medidas restrictivas al comercio y los viajes es poner en práctica un fondo de desastres o pandemias que ayude a los países que reportan la aparición de nuevas variantes.
La OMS ha exhortado en repetidas ocasiones a los países más desarrollados a comprar menos vacunas antiCovid-19, y compartir sus excedentes con las naciones más pobres antes de comenzar a aplicar la llamada dosis de refuerzo.
Según datos publicados por el centro de investigaciones One World Data, hasta este viernes, el 54 por ciento de la población mundial recibió al menos una dosis de los inmunógenos desarrollados contra la Covid-19, pero de esa cifra, apenas el 5,7 por ciento son personas que viven en naciones de bajos ingresos.
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