Expertos consultados por el diario El País evaluaron que esa actividad delictiva se incrementó debido al alza en el mundo del valor del referido mental y los ladrones apuntaron a la empresa energética distribuidora UTE y la de telecomunicaciones Antel como principales fuentes de saqueos.
También señalaron que consiste en un fenómeno que se arrastra desde hace décadas y en 2021 rompió todos los récords, ya que de tres mil hurtos como promedio en los años precedentes trepó a la cifra de siete mil.
A cualquier vecino en Montevideo, cada vez que le sustraen los cables significa gastar entre 200 y 300 dólares para comprarlo de nuevo a dos veces más el precio del metro y la mano de obra del electricista.
Desde Antel señalaron que con esos actos delictivos frecuentemente se afecta la red de fibra óptica ya que ambos cables comparten ductos y tendidos aéreos”, con todos las consecuencias para los usuarios que se vieron afectados por vandalismos.
Autoridades de UTE vislumbran que “el futuro no pinta fácil” a sabiendas de que hay una correlación entre el incremento del precio internacional del cobre y los robos, mientras, la recuperación de las industrias en aparente tregua con la Ccvid-19 incrementó la demanda del metal para producir diversos productos, en especial electrónicos.
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