De acuerdo con Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración (SNM), de esa cifra el 20 por ciento son niños, en su mayoría menores de cinco años.
También destacó que en los dos últimos años el país ha erogado unos 50 millones de dólares en la atención al tema y ratificó a Estados Unidos como el destino final de esas personas, las cuales arriesgan sus vidas en el traslado por la peligrosa ruta de la selva del Darién.
Por su parte, Oriel Ortega, director del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) explicó a la prensa que en estos momentos el país alberga a unos 900 migrantes que esperan seguir camino hacia Norteamérica.
Según precisó, dentro de la selva permanecen en campamentos unas 400 personas y en la provincia de Chiriquí, cerca de la frontera con Costa Rica, unas 500.
Panamá cuenta con estaciones de recepción migratoria en la provincia de Darién (Bajo Chiquito, Lajas Blanca y San Vicente), y en Chiriquí (Planes de Gualaca), fronteriza con Costa Rica.
Ortega señaló que normalmente hacen un traslado de entre 150 a 200 migrantes desde los campamentos en el Darién hacia el de Gualaca, donde aguardan para continuar el tránsito.
Anteriormente, el Senafront trasladaba hacia Chiriquí entre 500 y 600 migrantes, aseguró.
La ola migratoria la componen en su mayoría familias haitianas, muchas procedentes de Chile y Brasil, donde se asentaron tras el terremoto que asoló la isla en 2010, aunque también hay personas procedentes de América Latina, Caribe, Suramérica, África y Asia.
Por su parte, el ecuatoriano Santiago Paz, jefe de la Misión para Panamá de la Organización Internacional para las Migraciones, dijo en noviembre pasado que grupos de migrantes han empezado a tomar otra ruta por el Pacífico con vistas a llegar al país canalero.
De esa manera evitan la inhóspita selva del Darién, su zona limítrofe natural con Colombia, aunque esta alternativa también presenta un «riesgo considerable», agregó.
Al evaluar el movimiento de las personas y sus causas, el experto consideró clave conocer las motivaciones, adónde quieren llegar y saber sus aspiraciones, para después de un análisis completo gestionar políticas migratorias regionales y nacionales, ordenadas y dignas.
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