Esta es la única vía para garantizar la estabilidad del país, declaró Al-Nashif en una sesión informativa en Ginebra, en la que detalló cómo la profunda crisis humanitaria amenaza los derechos básicos, siendo las mujeres, las niñas y la sociedad civil las más afectadas.
La forma en que las autoridades de facto y la comunidad internacional aborden la situación protegerá a los afganos ahora y en el futuro, así como marcará la diferencia entre una vida de dignidad y bienestar o de privaciones y e injusticia, comentó la funcionaria jordana.
El personal de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU (ACNUDH) sigue sobre el terreno en Afganistán, donde la economía está en gran medida paralizada y la pobreza y el hambre van en aumento.
Al-Nashif aseguró que mientras los afganos luchan por satisfacer las necesidades básicas, se ven empujados a tomar medidas desesperadas, como el trabajo infantil y el matrimonio de niños, una realidad agravada por el impacto de la congelación de los activos del Estado.
Las difíciles decisiones políticas que tomen los Estados miembros en esta coyuntura crítica para evitar el colapso económico son literalmente de vida o muerte, comentó.
Aunque los combates disminuyeron desde agosto, cuando los talibanes tomaron el poder, el Estado Islámico de la Provincia de Jorasán (ISIL-KP) y otros grupos armados siguen llevando a cabo ataques letales, de acuerdo con la ONU.
En agosto, Estados Unidos retiró sus tropas de Afganistán en medio de un proceso caótico y mortal tras 20 años de guerra injustificada.
Las dos décadas de contienda bélica y la retirada desorganizada de Washington favorecieron el ascenso del Movimiento Talibán al poder y sumieron al ya golpeado país en una crisis humanitaria sin precedentes.
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