El primer ministro Ariel Henry que presidió la ceremonia reconoció que los “bandidos armados y terroristas” desafían la autoridad del Estado, bloquean la libre circulación de personas y mercancías, y señaló que la situación debe terminar.
“Es una situación que no puede durar y que debemos luchar. Esto es a lo que estás llamado. No se beneficiará de ningún período de gracia”, dijo el representante gubernamental durante la ceremonia de graduación.
También reconoció que las fuerzas del orden precisan de recursos para combatir la ola de violencia, y sugirió que los “socios internacionales” apoyarán a este cuerpo para que sean capaces de cumplir su labor.
Por su parte, el director de la Policía, Frantz Elbé, pidió a los nuevos oficiales hacer de la ley su única brújula, y no ceder a la tentación del dinero fácil, las ofertas, ventajas indebidas o política partidista.
“Sepan que los enemigos del orden, la democracia y el Estado de derechos no se soltarán fácilmente”, dijo Elbé, quien asumió el cargo el pasado noviembre.
El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Berto Dorcé, quien también participó en la ceremonia, alentó a los policías a poner todas sus fuerzas en la lucha contra la inseguridad, y prometió proteger y defender a los agentes contra cualquier abuso y agresión durante el desempeño de sus funciones.
La inserción de los nuevos policías tiene lugar en medio del recrudecimiento de la violencia y el accionar de las pandillas en los barrios vulnerables de la capital.
Organizaciones de derechos humanos registraron más de 900 secuestros durante el año, entre ellos 17 misioneros de Estados Unidos y Canadá que estuvieron retenidos durante dos meses por la pandilla 400 Mawozo.
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