Sudán vive sumergido en una ola de manifestaciones en demanda del retorno de los militares a los cuarteles y la integración de un gobierno civil encargado de conducir el país hasta la celebración de elecciones generales como colofón del Ejecutivo de mano dura del general Omar al Bachir, derrocado hace hoy tres años.
El grueso de los destacamentos de policías y militares está concentrado en los accesos al Palacio Presidencial, punto de concentración de la protesta, convocada por Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FCC), coalición de partidos políticos y agrupaciones de profesionales
En octubre pasado el presidente del CST, general Abdel Fattah al Burhan, disolvió ese órgano e integró otro, también dirigido por él, cesanteó al gobierno e impuso el estado de excepción en en lo que describió como un movimiento de rectificación, recibido con tumultuosas protestas callejeras que dejaron unos 40 muertos y cientos de heridos.
Los desórdenes populares obligaron a Burhan a dar marcha atrás y acordar la reinstalación del depuesto primer ministro Abdallah Hamduk, pero solo logró un maremoto de críticas a pesar del espaldarazo de la ONU al acuerdo.
De su lado, Hamduk, devenido héroe para los manifestantes durante su arresto domiciliario pasó en un santiamén de mártir e villano y ganarse el mote de marioneta de los militares, destacan medios locales.
En lo que tuvo todos los visos de una maniobra para distraer la atención a mediados de la semana pasada el mando militar sudanés anunció el despliegue de tropas en una zona fronteriza con Etiopía calificado como una defensa del territorio nacional, sin conseguir una tregua en los choques con los seguidores de FCC.
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