Sobran razones para argumentar lo primero, pero la comparación con Napoleón linda con lo ofensivo, pues si este fue un conquistador, el general Giap fue un libertador y sus campañas frente a japoneses, franceses y estadounidenses, decisivas para la independencia de la nación indochina.
Lo cierto es que si a Ho Chi Minh se le reconoce el mérito político-ideológico de aquellas victorias, a Giap se le certifica el mérito militar.
Habría bastado la batalla de Dien Bien Phu (1954) para inscribir su nombre en los anales de la historia militar contemporánea.
El ejército colonial francés consideraba a aquella una plaza poco menos que inexpugnable y tal vez lo era desde el punto de vista “académico”.
Pero en vez de un ataque frontal a corto plazo y de dudoso resultado, las fuerzas de Giap lanzaron asaltos espaciados contra puntos fortificados siguiendo la táctica del general de “un ataque y un avance más lentos, pero más seguros (…) atacar solo cuando se tenga la certeza de la victoria”.
Tras 55 días de asedio y la decisiva toma del aeropuerto, la guarnición francesa cayó y todo su Estado Mayor fue capturado por los vietnamitas.
Esa batalla no solo culminó una guerra de resistencia de nueve años, sino que en muchos sentidos fue también un sólido fundamento teórico-práctico para las batallas que aún tenía Vietnam por delante.
Pero aún más: Dien Bien Phu demostró a los países colonizados que un ejército pobremente armado, calzado con rústicas sandalias, salido de un pueblo de economía agrícola casi primitiva, podía derrotar a una potencia rica y poseedora de una industria bélica de alta tecnología.
En Dien Bien Phu, por demás, Francia tuvo el apoyo de otras naciones occidentales como Inglaterra y Estados Unidos. Este último asumió el 70 por ciento de los costos del ejército galo en aquella onerosa batalla.
La guerra contra Estados Unidos fue otra brillante página en la historia militar de Vietnam y de su más ilustre comandante. Todavía en aquel país no acaban de poner en claro quién la perdió, pero todos están de acuerdo en que fue Vo Nguyen Giap quien la ganó.
Giap, sin embargo, no reclamó ni un ápice de esa gloria y lo atribuyó todo a su pueblo: “Estados Unidos perdió muchas oportunidades para poner fin a la guerra de Vietnam, mientras que Vietnam siempre las aprovechó todas”.
Él la tuvo clara desde el principio: “Tuvimos que usar lo pequeño contra lo grande, armas anticuadas contra armas modernas”, explicó en su momento. “Al final, es el factor humano el que determina la victoria”, sentenció.
Se cuenta que muchos soldados vietnamitas se tatuaban en el pecho una frase lapidaria: Nací en el Norte para morir en el Sur. Y que lo hacían inspirados en el sencillo modo de vida de su jefe y en el espíritu de sacrificio y entrega a la patria que aquel sabía inspirarles.
Era, además, una prueba incontrastable de la confianza de las tropas en su general, quien lo mismo convertía al ejército en una guerrilla que a esta en aquel. No por gusto los estudiosos de esa guerra han dicho que inmovilizar al Ejército de Vietnam del Norte era igual de imposible que sacar sangre de una piedra.
En 1968, la ofensiva del Tet, un ataque masivo de las tropas norvietnamitas y los guerrilleros del sur contra las principales ciudades meridionales del país, también reflejó la firmeza de ese espíritu y los cálculos a largo plazo del artífice de aquella gesta.
Las fuerzas patrióticas perdieron más de 44 mil hombres, pero la profundidad y amplitud de la operación derrumbó la moral del ejército de Vietnam del Sur y puso definitivamente a la opinión pública estadounidense en contra de la guerra.
Saigón aún tardaría siete años en caer, pero la victoria empezó a gestarse entonces.
Este 22 de diciembre en todo el país se celebraron diversos actos en ocasión del 110 aniversario del natalicio del general Giap y del 77 de la creación del Ejército Popular.
Entre los sitios más visitados por la población estuvieron su casa natal y la tumba, austera como él, donde reposan sus restos guerreros.
Las dos están en la central provincia de Quang Binh, escenario de algunas de las más cruentas batallas durante la guerra de Vietnam. La primera, cerca de un riachuelo de aguas mansas; la segunda, frente a las aguas añiles del Mar del Este.
Como corresponde a un hombre de grandes encrucijadas.
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