Según la Academia Americana de Oftalmología –citada por la fuente-, los principales síntomas de la carencia de vitamina A son la disminución de la agudeza visual y la ceguera nocturna, cuando una persona ve mal en la oscuridad.
A medida que la carencia de vitamina A se agrava, la conjuntiva, la membrana mucosa del ojo cuya función principal es mantenerlo húmedo, se seca y la córnea se ulcera.
Si la enfermedad no se trata, -advierten los expertos- se puede perder la vista por completo.
«El ojo necesita una serie de pigmentos para que la retina funcione y perciba todo el espectro de luz, y cuando los niveles de vitamina A bajan demasiado, la producción de estos pigmentos se detiene, lo que puede provocar ceguera nocturna», puntualizan los investigadores.
Otra parte del ojo que depende en gran medida de la vitamina A es la córnea, su deficiencia conduce al desarrollo temprano del síndrome del ojo seco, en el que la superficie de la conjuntiva y la córnea están mal hidratadas.
Los científicos recomiendan para la obtención de la vitamina A el consumo de aves, pescado y productos lácteos, pero también zanahorias, mangos, albaricoques, tomates y las espinacas.
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