Así lo aseguró el investigador Jorge Hernández, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, quien en entrevista concedida a Prensa Latina afirmó que el hecho refleja cómo la estructura política de la nación norteña no funciona tan bien como pensaban los estadounidenses.
La mayor conquista que exhibía Washington tenía que ver con su sistema federalista, basado en el bipartidismo, con un Ejecutivo central fuerte encabezado por el presidente, gobiernos estatales y una estructura en la que el legislativo establece pesos y contrapesos, explicó el experto.
No obstante, sin confiar en esas instituciones, miles de trumpistas iracundos irrumpieron el 6 de enero de 2021 en la sede del Congreso para impedir por la fuerza la certificación de la victoria del demócrata Joe Biden en los comicios de noviembre de 2020.
La posición ególatra de Trump, empecinado en que hubo fraude, aunque eso no se ha podido probar, muestra que no quería abandonar la Casa Blanca, no resistía la realidad de haber sido cuestionado por un voto mayoritario, comentó Hernández.
Apuntó que, como el entonces mandatario obtuvo el apoyo de más de 70 millones de ciudadanos, él se sintió en capacidad de mantener una postura caprichosa y en el ataque al Capitolio sus seguidores quisieron imponer su deseo de quién debería gobernar.
Ese es un hecho inédito por la forma en la que tuvo lugar, señaló el analista, aunque recordó que en el pasado también hubo cuestionamientos a resultados electorales, como en 1960 la disputa entre John F. Kennedy y Richard Nixon y luego en el año 2000 entre George W. Bush y Al Gore.
De acuerdo con el investigador cubano, una situación como la vivida en la capital estadounidense hace un año pudiera repetirse en términos de impugnaciones de los comicios, como ya sucedió.
Sin embargo, en cuanto a la manera violenta en que eso se reflejó, con personas con el torso desnudo, llenas de odio e identificadas con símbolos nazis, es probable que no se repita en el corto plazo, lo cual no niega la existencia de una crisis de legitimidad política del sistema, subrayó.
De hecho, 12 meses después de los acontecimientos aún miles de estadounidenses, en su mayoría republicanos, dudan de la victoria de Joe Biden en las urnas como reveló una encuesta reciente de la Universidad de Massachusetts.
En el diálogo con Prensa Latina, Hernández se refirió a cómo Trump sigue siendo un catalizador de conflictos internos dentro de la sociedad norteamericana, pues se ganó el apoyo de sectores de extrema derecha, ultraconservadores y dejó clara su posición fascistoide, marcada por un racismo extraordinario.
Esas ideas, lejos de desaparecer luego de la elección de Biden, persisten y sin el líder republicano en la presidencia “los estadounidenses están viviendo una espiral ideológica o cultural conservadora, con lo cual podemos decir que existe un trumpismo sin Trump”.
Estados Unidos se presenta a sí mismo como el emblema de la democracia, las libertades y los derechos humanos y esa es una imagen en la cual cree una parte de la ciudadanía, pero actualmente se niega ese sentido de las aspiraciones libertarias con posturas como las del expresidente, de intolerancia y nativismo, advirtió el experto.
Es un país de contrastes, con una tradición negada a perecer, aunque cada vez parece más agotada, donde florece un conservadurismo chocante con conductas diferentes a lo que fue Estados Unidos en la etapa de la independencia y la fundación de la nación, opinó Hernández.
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