El 12 de enero de 2010 a las 16:53, hora local, la tierra se removió durante más de medio minuto con un sismo de siete en la escala de Richter, originado a unos 15 kilómetros de la ciudad más poblada del país.
Más de 300 mil personas murieron, cerca de millón y medio perdió todo, y los pilares políticos, económicos y sociales cayeron. La nación caribeña aún no pudo levantarse de la tragedia.
Datos de Naciones Unidas aseguraron que las víctimas por el movimiento telúrico multiplicaron por 10 las registradas en desastres naturales en Haití desde 1963, lo cual convirtió al sismo en el más mortal de la historia nacional.
A la sacudida inicial le siguieron dos réplicas en menos de 20 minutos, y edificios de valor histórico y patrimonial como el Palacio Nacional, la Corte Suprema o la Catedral desaparecieron en pocos segundos.
Once años después otro sismo de similar intensidad volvió a emprenderla con la nación caribeña, esta vez en su zona sur. El 14 de agosto el temblor de 7,2 con epicentro en el departamento Nippes dejó un saldo de más de dos mil 200 fallecidos, cerca de 12 mil 700 heridos, y la destrucción de unas 130 mil viviendas.
La nueva tragedia ocurrió un mes después del asesinato del presidente Jovenel Moïse, y cuando ya el país tambaleaba por la inestabilidad política, y las pandillas se asentaron con fuerza en los accesos de Puerto Príncipe, dejando incomunicada la capital.
Las heridas que dejaron los terremotos aún permanecen abiertas, y desde el pasado año el Gobierno declaró la fecha como jornada de conmemoración y reflexión a la memoria de las víctimas.
Este miércoles la bandera estará izada a media asta en todo el territorio como homenaje a los cientos de miles de fallecidos y heridos.
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