Por: Yadira Cruz Valera
La información vio la luz luego que la agencia de noticias Associated Press (AP), publicara que los abogados del ex general venezolano Clivel Alcalá, presentaron un documento donde este reveló que la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento del Tesoro conocían sobre la invasión.
Para algunos analistas, no es más que una estrategia de sus abogados para anular las acusaciones de narcoterrorismo presentadas contra Alcalá desde hace casi dos años, para otros, es la confirmación de un secreto a voces, nunca comprobado, pero muy probable.
En la carta con fecha noviembre de 2021 dirigida a los fiscales por parte de los abogados, el exmilitar afirma que los esfuerzos para derrocar a Maduro son bastante conocidos por el Gobierno de Estados Unidos y fueron informados a los más altos niveles de las instancias mencionadas.
Asimismo, refiere el reporte, los letrados buscan documentos e información sobre las comunicaciones entre su defendido y funcionarios estadounidenses, como el exsecretario de Estado Mike Pompeo, el exsecretario de Justicia William Barr, y miembros de la oposición venezolana.
Antes de entregarse en 2020, Alcalá se atribuyó la responsabilidad de un arsenal, encontrado en Colombia, de armas de asalto y equipo militar fabricados por Estados Unidos las cuales, dijo, se utilizarían en una acción contra Maduro.
En días posteriores a la operación, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, presentó testimonios y documentos demostrativos de la participación directa del exdiputado Juan Guaidó, la extrema derecha y el Gobierno colombiano, mientras acusó a Washington de estar detrás de esas acciones.
En aquel entonces, cuando Pompeo expresó que Estados Unidos no tuvo “participación directa”, algunos expertos se preguntaron hasta dónde estaban involucradas la Casa Blanca, la CIA y otras instancias, conocidas por su activo papel en los procesos desestabilizadores en América Latina y otros continentes.
Ante tales señales, las afirmaciones de Alcalá podrían arrojar nuevos indicios sobre el papel del expresidente estadounidense Donald Trump (2017- 2021) y su administración en la Operación Gedeón, sobre lo cual negaron su participación.
Operación Gedeón y su fracaso
El 3 de mayo de 2020 Venezuela amaneció con la noticia de un intento de desembarco mercenario por las costas de Macuto, estado de la Guaira, pero la acción coordinada de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, junto a los órganos de seguridad e inteligencia del Estado y las milicias nacionales, abortaron la incursión terrorista.
Como resultado, ese día y en los posteriores, en varios puntos de la costa capturaron a decenas de efectivos paramilitares y mercenarios.
Investigaciones posteriores demostraron la participación de Alcalá y el vínculo de la empresa estadounidense Silvercorp, con lo cual quedó al descubierto una vez más la escalada de guerra no convencional promovida contra Venezuela desde Washington, en contubernio con sectores extremistas nacionales.
La compañía, propiedad del veterano de las fuerzas especiales norteamericanas Jordan Goudreau, dirigió el entrenamiento de mercenarios en campamentos ubicados en Colombia y ante la mirada cómplice de las autoridades neogranadinas, de acuerdo con las evidencias aportadas.
Los términos de esa acción, donde se pretendía entre otras cosas asesinar a dirigentes del gobierno y al jefe de Estado, quedaron plasmados en un contrato firmado por Goudreau y la extrema derecha venezolana, encabezada por Guaidó, a quien la Casa Blanca reconoce como ‘presidente encargado’.
¿Quién es Clivel Alcalá?
Alcalá, era un oficial egresado de la antigua Academia Militar de Venezuela, colaboró con Hugo Chávez (1954- 2013) durante el intento de golpe de Estado en febrero de 1992 y posteriormente ocupó varios cargos en el Gobierno bolivariano.
En 2013 se retiró de la vida militar y de los principios que juró defender, reconoció en varias entrevistas que trabajaba con soldados desertores venezolanos y mercenarios para derrocar al mandatario y en 2019 manifestó su abierto apoyo al autoproclamado Guaidó.
En marzo de 2020, se entregó en Barranquilla, Colombia, a las autoridades estadounidenses, que ofrecían una recompensa de 10 millones de dólares por su captura.
El exmilitar venezolano fue transportado poco después hasta White Plains, Nueva York, para posteriormente desaparecer de los medios públicos, hasta que aparece nuevamente implicado en la escalada del 3 de mayo, pese a su supuesta reclusión en una cárcel norteamericana.
Estados Unidos y la operación Gedeón.
Tras su llegada al poder, el presidente Trump no ocultó nunca su marcado interés en derrocar al Gobierno venezolano, ni descartó la posibilidad de una intervención armada.
Durante su administración la guerra económica, las medidas coercitivas unilaterales y acciones punitivas de todo tipo se intensificaron y ante sus abiertas declaraciones, así como la defensa a ultranza de los estadounidenses involucrados en la invasión, muy pocos dudaron de su complicidad personal.
Para el máster en Filosofía de la guerra, Fernando Rivero, esa acción forma parte de la Doctrina Militar estadounidense y la tercerización de la guerra como una de sus ideas centrales.
«A fin de evitar el costo político de una intervención militar directa que violente las normas jurídicas internacionales, usan paramilitares, empresas de seguridad, mercenarios u organizaciones que se convierten en el brazo ejecutor de los planes bélicos de la Casa Blanca», explicó el analista venezolano a Prensa Latina.
Cabe resaltar, puntualiza Rivero, que el pensamiento militar estadounidense creó en 2010 el Manual de Guerra No Convencional de las Fuerzas Especiales de EEUU, identificado como TC-1801, que contempla los lineamientos para las Fuerzas Especiales.
Ese documento sienta las bases doctrinarias para realizar operaciones encubiertas que permiten disfrazar la participación militar de Washington contra Estados soberanos y sobre esa base estuvo diseñada esa acción, recalcó el experto a esta agencia.
En los días posteriores a la operación (la cual algunos compararon con la invasión de Bahía de Cochinos, preparada por la CIA contra Cuba en 1961), un reportaje de The Wall Street Journal aseguró que la agencia debía estar al tanto de esos planes, ya que Alcalá los difundía ampliamente.
Mientras, consideraron poco razonable y creíble que los servicios de inteligencia de Washington no conocieran de una operación de la cual estaba al tanto el Gobierno venezolano.
Por otro lado, salieron a la luz los supuestos nexos del ex boina verde Goudreau con Trump, quien una vez trabajó en la seguridad de uno de sus mítines políticos, sin contar que su intermediario para llegar a la oposición venezolana fue el ex guarda espaldas del presidente Keith Schiller.
De igual modo, se filtró cierta información, no comprobada, sobre Luke Denman y Airan Berry, los dos mercenarios estadounidenses capturados, quienes supuestamente eran miembros de su equipo de seguridad.
Ciertamente, nada de lo dicho hasta ahora confirma el vínculo directo de la Casa Blanca en la frustrada acción.
Sin embargo, las declaraciones de Alcalá dando seguridades de la participación de la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento del Tesoro en una acción cuyo fin era secuestrar y asesinar al jefe de Estado venezolano, podrían ser una caja de Pandora, si sus abogados encuentran elementos probatorios al respecto.
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*La autora es corresponsal de Prensa Latina en Venezuela