Inmortalizada en poesías y tangos, entre ellos el popular A media luz, de Carlos Gardel, y con sus 8,7 kilómetros de longitud, es tanto de día como de noche un andar constante de personas, y no hay un extranjero que pise esta ciudad y no recorra algún tramo.
Muchas son las historias de Corrientes, bautizada también como la Broadway de América por todos los teatros que aglutina, incluyendo el famoso Gran Rex o el Opera, por donde desfilaron los mayores exponentes de la lírica mundial.
Entre sus símbolos resalta el icónico Obelisco, asentado en la avenida 9 de julio, que forma parte de uno de los 70 cruces de la famosa vía.
Pero, quizás, más allá de sus leyendas, una de las cosas muy llamativas es que al transitarla pareciera realmente estar caminando por el mismo Hollywood, en versión latina.
Dicha calle cuenta con artistas empíricos por doquier y varias esculturas rinden homenaje a personajes entrañables, tal es el caso de Alberto Olmedos y Javier Portales, los emblemáticos rostros del programa No toca botón. Sentados en la intersección con Uruguay, las efigies sonríen como en sus mejores sketches y todos los que por allí deambulan se apresuran para atrapar en una fotografía el momento.
Por supuesto, tampoco falta el paseo de la fama, que se inserta a lo largo de 12 cuadras desde la peatonal Florida hasta la popular Callao. En las aceras están incrustadas las baldosas con la popular estrella de cinco puntas en honor a figuras como China Zorrilla o los grandes del rock Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati.
Cuentan que por Corrientes también circuló el primer ferrocarril argentino y el tranvía de la muerte durante la epidemia de la fiebre amarilla en 1871. Hoy se siente rodar por sus calles la línea B del subterráneo, que mueve a miles de personas a diario.
Cafés, tres pizzerías en cada cuadra, teatros, librerías y más. La populosa vía respira cultura y con el paso del tiempo ha ido renovándose.
Desde hace poco más de tres años un largo tramo de su avenida se convirtió en peatonal. Para ello se creó un gran cantero central que la divide en dos partes y cada noche, y entrada la madrugada, los transeúntes se apropian de ella.
(Tomado de Orbe)