Minuciosa organización de por medio, a la convocatoria del rey Momo acuden decenas de conjuntos agrupados en cinco categorías: murgas, humoristas, parodistas, revistas y comparsas de negros y lubolos (de tradición africana).
Durante las jornadas programadas recorren la ciudad, actúan en escenarios al aire libre llamados “tablados” y, al mismo tiempo, participan en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas que se desarrolla en el Teatro de Verano.
Pero el resto del año este evento sigue vivo como proyección cultural en su Museo -inaugurado en 2006-, que guarda un valioso caudal documental: papel, libretos, fotografías, recortes de prensa, vestuarios, accesorios, objetos personales, trofeos, archivos digitales en audio y video, vestuarios, máscaras y atributos, entre otras muchas piezas.
Cuenta con un Centro de Documentación e Investigación, “el alma” que preserva ese acervo y brinda apoyo a proyectos indagatorios de distintos orígenes vinculados a la fiesta popular y donde se intenta generar conocimiento a través del diálogo constante del pasado y el presente.
Desde su origen, los impulsores se propusieron crear y potenciar espacios de participación ciudadana a través de programas multidisciplinarios para distintas edades, y apostaron por desarrollar expresiones colectivas que consideren la identidad local del grupo humano y el territorio en el que se interviene.
Para ello, realizan actividades en las instalaciones del Museo y otras puertas afuera -lo que permite el trabajo en cualquier zona del país-, entre las que destaca la exposición “El Carnaval y sus artes, carros alegóricos y cabezones”.
Diseñada desde sus inicios con ajuste a lo que se denomina “nueva museología”, la institución tal vez sea la única con una vía de adoquines que pasa por el interior de la edificación, lo que artífices consideran importante “porque el Carnaval es la calle y el barrio”.
Y mientras los montevideanos inician la cuenta regresiva para el siguiente jolgorio, el tablado del Museo, con un escenario característico y variados espectáculos, alivia nostalgias por las veneradas carnestolendas.
(Tomado de Orbe)