Autoridades beninesas confirmaron la cifra de cadáveres que dejaron las detonaciones de varias bombas, de las cuales ninguna organización asumió la autoría y las víctimas en su mayoría fueron integrantes de dos patrullas de guardas forestales de la organización no gubernamental African Parks.
Según informó el secretario general del gabinete de Benin, Edouard Ouin-Oro, los artefactos que explotaron el martes y el jueves pasado eran de fabricación casera e impactaron a dos grupos de guardabosques que perseguían a cazadores furtivos y presumiblemente ambas cuadrillas resultaron emboscadas.
Mediante un comunicado, el presidente de ese país africano, Patrice Talon, indicó que la zona fronteriza con Níger y Burkina Faso resulta crítica por el aumento de acciones terroristas y garantizó que intensificará la lucha contra ese flagelo.
En total, las bajas fueron cinco guardas forestales, dos agentes civiles de la red African Parks, así como su instructor francés y un soldado de las Fuerzas Armadas.
También 12 personas sufrieron lesiones y tras el hecho el ejército desplegó más soldados en el parque nacional para reforzar la seguridad.
Hasta ahora, Benín no constituía un objetivo principal en las agresiones terroristas frecuentes en los Estados colindantes de África occidental, principalmente en la semidesértica franja del Sahel, aunque comparte sus ideales defensivos.
Sin embargo, el 6 de febrero las fuerzas de seguridad aniquilaron a un supuesto terrorista en el curso de un asedio contra una dependencia militar en la localidad de Yangoli, en la región noroccidental del país, publicó el diario La Nouvelle Tribune.
Aunque no hubo bajas entre los uniformados y los atacantes huyeron, ese hecho resultó un asunto de sumo interés para los órganos responsables de preservar la estabilidad del país, donde a principios de año se registró la muerte de dos soldados a causa de la explosión de una bomba.
En medio de una presunta ofensiva de grupos extremistas de distorsionada filiación islámica, no se descarta un movimiento hacia la región del noroeste beninés, en lo que podría ser la búsqueda de los integristas de un acceso al golfo de Guinea, importante para el intercambio mercantil y el trasiego petrolero.
De ahí que aumente la importancia estratégica de garantizar la seguridad del pequeño Estado francófono, vecino con Níger y Burkina Faso, que también atraviesan por amargas experiencias de ataques terroristas y se esfuerzan por neutralizar tales actos, lo que algunos observadores con abierto pesimismo consideran difícil.
“La estrategia de los radicales es ganar cada vez más terreno y avanzar hacia las regiones norteñas de los países del golfo de Guinea como Costa de Marfil, donde los ataques ya no son novedad, o de Benín y Togo, que han sufrido graves incursiones (…) ”, opina el periodista José Naranjo en elpais.com.
Según evalúan expertos, el norte beninés posee una serie de condiciones que permitirían el avance y establecimiento de los grupos radicales de cariz confesional, entre otros aspectos por ser una región de escasa densidad poblacional, lo cual permite que el tránsito de individuos o grupos armados pueden ocurrir sin ser localizados.
No hay indicios de bases permanentes de formaciones extremistas en el país, pero ”estos se mueven y tienen recursos logísticos y contactos con ciudadanos de Benín en las provincias norteñas de Alibori, Atacora y Borgou”, donde opera el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), que compra y/o roba alimentos y combustible.
Luis Antonio González Francisco en un análisis situacional añade que “el JNIM se instaló en el parque W del lado de Burkina Faso al desalojar del territorio al Estado Islámico del Gran Sáhara, dependiente de Daesh (Estado Islámico)”, con lo cual confirma el interés de los grupos terroristas por permanecer en la zona.
En el mensaje del presidente Talon se precisa la posición del Ejército frente al terrorismo de avalar la tranquilidad de la zona crítica y “garantizar la paz y la seguridad en la totalidad del territorio nacional», lo cual se corresponde con la doctrina adoptada también por sus vecinos como deber de cada uno de los gobiernos africanos.
El investigador Bakary Sambe, director del Instituto Tombuktú, en Mali, opina que la debilidad de Estados no preparados para un conflicto asimétrico como el que puede sobrevenir en una escalada de los grupos terroristas les beneficia claramente para que continúen su avance.
Todo lo anterior trata de explicar las causas y consecuencias de los atentados explosivos en el Parque Nacional de W, -una reserva natural de unos 10 mil kilómetros cuadrados que también integra áreas de Burkina Faso y Níger- donde la tranquilidad de la fauna y la flora tropiezan con otro enemigo, astuto y fanático.
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