Esta nación norafricana tiene dos jefes de Gobierno, lo cual evidencia una vez más las profundas divisiones entre el este y el oeste, muy marcada durante la guerra civil de la última década.
La Cámara de Representantes, con sede en la oriental ciudad de Tobruk, escogió a Bashagha, de 59 años, en reemplazo de Dbeibah al estimar que el mandato de este último expiró el 24 el diciembre último, fecha escogida en un principio para celebrar las elecciones presidenciales. Sin embargo, los comicios fueron aplazados debido a profundas diferencias en torno a varios candidatos, la falta d seguridad y problemas técnicos.
Hasta el momento no hay fecha para su celebración, y todo apunta que se efectuarían el próximo año.
Dbeibah rechaza la tesis del legislativo y asegura que su mandato continúa vigente hasta tanto no se celebre las justas.
El nombramiento de Bashagha es un fraude y demuestra la falta de transparencia e integridad por parte de unos pocos parlamentarios que controlan ese órgano, escribió ayer en Twitter.
Ambos políticos presentaron sus candidaturas para esos comicios y ya chocaron en febrero de 2021 en su lucha por dirigir el Gobierno interino de Unidad Nacional, una batalla que ganó Dbeibah.
En medio de esa situación, diversos actores internos se posicionaron en favor de uno u otro contendiente.
Alcaldes, diputados, políticos, analistas y diversas milicias tomaron partido en los últimos días, mientras otros llaman a la calma y a evitar una mayor polarización que provoque la reanudación del conflicto a lo largo y ancho del país.
De hecho, desde el aplazamiento de las elecciones y en medio del clima de tensión y recriminaciones, numerosas milicias reforzaron sus posiciones en esta capital, incluso fueron reportados diversos choques en las inmediaciones de la urbe.
Por el momento la ONU mantiene un frágil equilibrio al considerar la elección de la Cámara de Representantes como una decisión soberana, aunque mantuvo su respaldo a Dbeibah.
En ese sentido, la emisaria de la ONU para Libia, Stephanie Williams, se reunió la víspera por separado con ambos dirigentes rivales, sin respaldar a ninguno de ellos.
Esta nación vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
Bajo el auspicio de la ONU, 75 delegados libios en representación de diversas facciones y territorios, eligieron hace un año al Gobierno de transición, encargado de dirigir al país hasta la celebración de los comicios presidenciales, un proceso en el cual la población deposita toda sus esperanza de poner fin a una larga crisis.
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