Recuerda la revista Scientific Reports, que en estudios anteriores fue observado igual comportamiento en diversos animales, como pájaros y elefantes.
El 86 por ciento de los propietarios que participaron en la investigación observaron cambios negativos en la conducta del perro superviviente.
Precisan que a algunas mascotas les duró esta actitud de dos a seis meses, y otras por encima de este tiempo.
A modo general los canes jugaban y comían menos, dormían y lloraban más, y estaban muy temerosos.
«Los investigadores descubrieron que, aunque la duración de la convivencia entre dos perros no influía en el comportamiento de los supervivientes, el hecho de haber tenido una relación amistosa con el fallecido y de tener un propietario afligido hacía más probable que se produjeran cambios de comportamiento negativos y miedo en las mascotas supervivientes”, puntualiza el estudio.
Aunque se ha pasado por alto las respuestas de tipo aflictivo entre los perros son potencialmente un importante problema de bienestar para ellos, concluyen los científicos.
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