El Instituto Robert Koch, encargado del monitoreo de esta enfermedad a nivel nacional, indicó que también se produjo un alza sin precedentes en la incidencia semanal acumulada, con mil 496 infectados cada 100 mil habitantes, mientras sumaron 249 las muertes en esta jornada.
Sin embargo, a pesar del agravamiento de estos indicadores de salud, el Gobierno germano mantiene su propósito de eliminar para el 20 de marzo prácticamente todas las restricciones, lo cual causa alarma entre los especialistas.
El ministro de Salud, Karl Lauterbach, expresó su preocupación al calificar de crítica la actual situación, y pronosticó la aparición de nuevos focos de contagio que obligarán a reforzar localmente las medidas para controlar el avance de la enfermedad.
Una vez que cesen la mayor parte de las limitaciones, seguirá en efecto el uso obligatorio de mascarilla en los hospitales, así como en las residencias de ancianos y los medios de transporte.
En los lugares donde surjan los focos se establecerá el uso obligatorio de las mascarillas en los lugares públicos, el distanciamiento, una extensión de las pruebas para detectar nuevos casos, así como un incremento en los niveles de vacunación, precisó la fuente.
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