A la nación norteña la acechan diversos problemas, entre ellos el alza de los precios al consumidor, una deuda que superó por primera vez los 30 billones de dólares (millón de millones) en 2021, y desaciertos en política exterior, en un periodo de elecciones de medio término y con bajos niveles de aprobación del presidente Joe Biden.
Ahora la operación militar rusa en Ucrania recibe todo tipo de acusaciones como “responsable del colapso de la economía global”, tal pareciera que los medios de prensa occidentales olvidaron la persistencia de las afectaciones generadas por la Covid-19, que en 2020 casi paralizó las economías.
Ya desde enero el Departamento del Tesoro estadounidense informó que la inflación general aumentó un siete por ciento en tasa interanual en diciembre de 2021 -nunca visto desde 1982-, dato que venía en ascenso desde mediados del año anterior y que noviembre marcó un 6,8 por ciento.
Esa situación impulsó a la Reserva Federal (FED) a anunciar en enero la posibilidad de un alza de las tasas de interés para marzo que actualmente se ubican en el rango entre el cero y 0,25 por ciento.
En aquel entonces el presidente de la FED, Jerome Powell, argumentó que el mercado laboral estadounidense se encontraba saludable y dinámico, con más oferta que desempleos, lo cual permitía subir los tipos de interés sin perjuicios.
Pero Powell no habló del fenómeno conocido como La Gran Renuncia -dimisión masiva de trabajadores-, bajo la cual según el Departamento de Trabajo en noviembre unos 4,5 millones de ocupados renunciaron o cambiaron de empleo, con datos récords anteriores en abril, agosto y septiembre.
Recientemente, de nuevo Powell respaldó un alza de las tasas un cuarto de puntos, con perspectivas de crecer de continuar la inflación y a pesar de la situación entre Rusia y Ucrania.
Esa decisión coloca al mundo entre diversas incertidumbres, pues un alza de los tipos en esa moneda con predominio en la economía mundial tiene un impacto directo en las deudas, la adquisición de productos en esa divisa, acompañado por la fuga de capitales de naciones con economías débiles.
Unido a ello mayores costos de endeudamiento, pero también podría desacelerar el gasto del consumidor y las contrataciones, pues la política de la FED de bajas tasas -desde hace años- nutre la economía estadounidense y los mercados financieros, por ello algunos expertos opinan que pudiera desencadenarse otra recesión.
RUSIA, EL GRAN CULPABLE?
Casualmente en los discursos agresivos contra Rusia, Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) olvidan cómo atizaron el conflicto con Ucrania, avanzaron un cerco estratégico militar que dañaba el balance de seguridad en Europa y, pese al reclamo ruso de negociar un acuerdo favorable a todas las partes, continuaron esa posición de fuerza.
Tras la operación iniciada por la nación euroasiática el 24 de febrero una avalancha de sanciones económicas cayó sobre ese país, entre ellas las relacionadas con el manejo del dólar, la desconexión del sistema financiero Swift y el uso del espacio aéreo, entre otras.
Además, los legisladores estadounidenses anunciaron que votarán la revocación del estatus de relaciones comerciales normales permanentes con Rusia, una categoría utilizada por la Organización Mundial del Comercio para eximir del pago de aranceles a un país y que eliminaría los beneficios del gigante euroasiático como “nación más favorecida”.
Estados Unidos igualmente anunció que los países del G7 acordarán la prohibición de financiación para Rusia desde instituciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Las nuevas medidas coercitivas se suman a las sanciones norteñas contra las importaciones de petróleo, gas y carbón ruso, la congelación de los activos del banco central de ese país y la imposición de límites a las exportaciones, entre otras, que buscan intensificar el aislamiento.
Aun así, de repente Rusia es la responsable de los problemas económicos de la Casa Blanca y del mundo.
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