Un proyecto de ley de Paim, del Partido de los Trabajadores (PT), organiza la revisión de la llamada Ley de Cupos de 2012 cada 10 años para asegurar los avances obtenidos por la legislación.
La Agencia Senado recuerda que la fecha fue establecida por las Naciones Unidas y hace referencia al día de la denominada Masacre de Sharpeville, ocurrida en 1960.
En Johannesburgo, Sudáfrica, unas 20 mil personas protestaron contra la Ley de Pases, que obligaba a la población negra a llevar una tarjeta que indicaba los lugares por los cuales podía circular.
La manifestación era pacífica, pero el país vivía bajo régimen del apartheid y la policía disparó a una multitud desarmada, matando a 69 personas e hiriendo a 189.
En Brasil, la Ley de Cupos reserva al menos el 50 por ciento de las plazas de las universidades públicas y de los centros de enseñanza técnica a los estudiantes autodefinidos como negros, mestizos y nativos.
También a las personas con discapacidad y a los que hicieron toda su educación secundaria en escuelas públicas.
La proporción debe ser al menos igual a la presencia de estos grupos en la población total de la unidad de la federación, en la que se encuentra la institución.
Paim califica la legislación de logro extraordinario y asegura que la práctica demostró que está siendo decisiva para la inclusión de personas, las cuales antes no tenían acceso a universidades, cambiando el perfil demográfico de la población académica brasileña.
El Censo de la Enseñanza Superior registra que solo un 1,8 por ciento de los jóvenes negros y mestizos asistían en 1997 a algún curso en el país.
Sin embargo, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística apunta que entre 2010 y 2019, período en el que se tenían las cuotas implementadas, el número de estudiantes negros y mestizos creció 400 por ciento, correspondiendo a un total del 38,15 por ciento de las matrículas en los centros públicos de enseñanza superior.
Para Paim, la renovación de las cuotas resulta una cuestión de justicia social y más aún cuando «nos acercamos al bicentenario de la nación, el último país de América en abolir la esclavitud».
No obstante avances, movimientos recalcan en la necesidad de combate político contra el racismo estructural que aún impera en el gigante suramericano.
Según el PT, para la mayoría de las personas resulta necesario reanudar las políticas afirmativas, especialmente en un momento en que Brasil se enfrenta al escandaloso apartheid social, agravado por el Gobierno de Jair Bolsonaro, y el aumento de la desigualdad por la pandemia de Covid-19.
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