Considerado uno de sus textos más importantes, el último escrito del reconocido intelectual fue concebido entre enero y marzo de 1977 y, poco después de su difusión, Walsh fue asesinado por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada, ejecutor de graves violaciones de los derechos humanos.
La misiva constituye testimonio y denuncia de los horrores perpetrados por la dictadura, entre ellos las torturas, desapariciones, los campos de exterminio y la entrega del país a poderes financieros internacionales.
Restauraron la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo, escribió Walsh en su carta.
Asimismo, condenó el encarcelamiento, asesinato, destierro y desaparición de decenas de miles de personas durante el primer año tras el golpe de Estado.
Colmadas las cárceles, crearon campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio, aseveró.
Llegaron a la tortura absoluta, intemporal, metafísica, en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad, añade el texto.
Por otra parte, asegura que “las causas que (…) mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas”.
El periodista y luchador concluyó su carta “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles”.
El escritor y fundador de la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina, fue emboscado y acribillado en la esquina de San Juan y Entre Ríos de esta capital.
Sus restos permanecen desaparecidos como los de muchas víctimas del régimen dictatorial.
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