«Al igual que reducir el consumo de sal, beber suficiente agua y mantenerse hidratado son formas de apoyar a nuestros corazones, y pueden ayudar a reducir los riesgos a largo plazo de enfermedades cardíacas», precisan los expertos en la revista European Heart Journal.
El equipo evaluó el estado de hidratación de los participantes mediante varias medidas clínicas, observando los niveles de sodio sérico, que aumenta a medida que disminuyen los niveles de fluidos del cuerpo.
Este paso fue especialmente útil para ayudar a identificar a los participantes con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca.
La investigación también ayudó a detectar a los adultos mayores con un mayor riesgo de desarrollar tanto insuficiencia cardíaca como hipertrofia ventricular izquierda, un agrandamiento y engrosamiento del corazón.
«La ingesta de líquidos y sodio sérico se puede evaluar fácilmente en exámenes clínicos y ayudar a los médicos a identificar a los pacientes que pueden beneficiarse al conocer formas de mantenerse hidratados», aseguraron los expertos.
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