Luego de 27 de años de guerra civil, el 4 de abril de 2002 el Gobierno, liderado por el Movimiento Popular de Liberación de Angola, y las fuerzas opositoras de la Unita acordaron el cese de la confrontación armada.
Para los anales de la historia, la fecha quedó inscrita como el Día de la Paz y la Reconciliación Nacional, en recordación a la firma entonces de un memorando de entendimiento complementario al Protocolo de Lusaka, que puso punto final al conflicto en 2002.
El tratado inicial fue rubricado en Lusaka, la capital de Zambia, el 20 de noviembre de 1994, pero sin conseguir los propósitos deseados, pues los insurgentes desconocieron los resultados de las elecciones generales de 1992 y continuaron la disputa por la vía militar.
En general, la guerra civil que siguió a la proclamación de la independencia (11 de noviembre de 1975) dejó un saldo hasta 2002 de más de 500 mil muertos y cuatro millones de desplazados, de acuerdo con documentos de la época.
Por iniciativa ecuménica, Luanda fue escenario ayer de un servicio de acción de gracias por los 20 años de paz y reconciliación, con la asistencia de diversas personalidades, incluido el presidente de la República, João Lourenço.
En nombre del Ejecutivo, el ministro de Cultura, Turismo y Medio Ambiente, Filipe Zau, afirmó en la ceremonia que la paz es la señal más evidente del progreso, al servir de base a la estabilidad política y el desarrollo socioeconómico del país, interesado en promover las inversiones con capital nacional y extranjero.
Al decir de Lourenço, el expresidente José Eduardo dos Santos merece un reconocimiento particular al evaluar el proceso de pacificación, pues él supo leer e interpretar correctamente el sentimiento de los angoleños, deseosos de extender el abrazo fraterno de paz y perdón entre hermanos, hijos de una misma madre, Angola.
Sin lugar a dudas, las dos mayores conquistas alcanzadas aquí fueron la independencia del colonialismo portugués y la paz y la reconciliación nacional, estimó el mandatario en un discurso pronunciado el pasado sábado.
La guerra posterior a la independencia fue responsable de la muerte y la mutilación de miles de compatriotas, así como de la destrucción de la infraestructura, recordó.
Según opinó, todas las diferencias y contradicciones entre los diferentes actores políticos y sociales deben ser resueltas mediante el diálogo abierto y transparente o a través de los órganos de justicia competentes, si existen fuertes indicios de violación de la ley.
Los partidos políticos tienen el deber de educar a sus militantes y simpatizantes para que se comporten con civismo y patriotismo, expuso Lourenço en alusión directa al actual escenario, signado por la proximidad de las elecciones generales, previstas para el mes de agosto.
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