El sondeo realizado por el instituto de investigación Maagar Mochot reflejó que en caso de volver a las urnas (sería la quinta vez en tres años) el bloque de ultraderecha dirigido por el ex primer ministro Benjamín Netanyahu lograría 60 escaños, la mitad de los 120 que integran la Knesset (legislativo).
Mientras, la alianza que respalda al actual jefe de Gobierno, el también ultranacionalista Naftali Bennett, obtendría 54 asientos, seis menos que en la actual legislatura.
La Lista Conjunta, una pequeña coalición de partidos árabe y de izquierda, mantendría sus seis curules.
La posibilidad de nuevas elecciones es cada vez más real luego de la defección esta semana de la diputada Idit Silman, quien abandonó Yamina, la formación de Bennett, y se unió al Likud, de Netanyahu.
Silman dejó a la alianza gubernamental con 60 escaños, aunque al menos otros tres diputados de Yamina también podrían pasarse a la oposición, según diversos medios de prensa.
El Canal 12 reveló anoche que la ministra del Interior, Ayelet Shaked, mantuvo contactos con el Likud sobre la posibilidad de unirse a sus filas.
Según la fuente, las conversaciones no fructificaron porque la organización no le aseguró un lugar en sus listas electorales a ella y a los también legisladores de Yamina Nir Orbach y Abir Kara.
Horas después, el partido dio marcha atrás a su decisión, pero ya era tarde pues los tres legisladores decidieron darle una última oportunidad a la alianza en el poder, pero con numerosas condicionantes, que hacen muy difícil su funcionamiento, apuntó el medio noticioso.
La variopinta coalición está integrada por agrupaciones de ultraderecha, centro, islamista, izquierda, todas unidas en su rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu, quien dirigió el país durante 15 años, 12 de ellos de forma ininterrumpida.
Ahora Bennett solo puede aprobar leyes con el respaldo de la opositora Lista Conjunta, pero hacerlo provocará más rechazo de los diputados derechistas que aún le apoyan, advirtió esta semana el diario The Times of Israel.
car/Rob