El impacto será mayor en las industrias individuales y en los sectores primario y secundario, que tienen una exposición muy alta a los costos de los combustibles y el transporte en la entrega de sus bienes y servicios, de acuerdo con la publicación.
La producción fabril de alimentos, que demanda insumos como el trigo y el maíz para la elaboración de renglones claves para el consumo humano y animal, se encuentra entre las más amenazadas.
Estas materias primas ya habían experimentado un aumento de su precio antes de la operación militar rusa en Ucrania y las nuevas sanciones económicas contra el gigante euroasiático, pero dichas circunstancias dispararon los costos debido al peso de ambos países en el mercado.
Los efectos en Sudáfrica se sentirán igualmente en las industrias agrícola, forestal y pesquera, debido a su necesidad de alimentos para obtener productos cárnicos y pesqueros, así como por el requerimiento de fertilizantes, señaló PwC.
La firma apuntó además que la presión al alza sobre los precios de los alimentos, el combustible y la electricidad afectará negativamente a todos los hogares del país en el 2022, pero las diferentes capacidades y prioridades de gasto determinarán el grado de impacto.
Los hogares de bajos ingresos serán sin duda los más dañados, no solo por tener menores recursos, sino porque gastan más de la mitad de su dinero en alimentos y bebidas no alcohólicas, cuyos costos se elevan por día.
La investigación también prevé que la creciente inflación general tendrá efectos negativos sobre los acuerdos salariales a corto y medio plazo, pues una mayor inflación vinculada a los elevados costos de alimentos y combustibles se traducirá en mayores demandas de ajustes en las remuneraciones.
“Esto será especialmente desafiante para los sectores de minería, construcción, comercio, negocios y servicios públicos, que tienen una exposición muy alta al costo de la mano de obra”, precisa el estudio.
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