Niños, adolescentes y jóvenes ya no tendrán que salir del lugar donde viven para ayudar a los adultos en la práctica de la trashumancia, dijo el director provincial de Educación, Domingos de Oliveira, a la agencia angoleña de prensa (Angop) en la ciudad de Ondjiva.
Muchos alumnos de las zonas rurales, especialmente los varones, dejan de ir a la escuela para dedicarse al pastoreo, en compañía de padres y tutores, lo que compromete el aprendizaje, lamentó el funcionario.
Durante el último año lectivo, ejemplificó, el 24 por ciento de los 223 mil educandos en Cunene, desde preescolar hasta secundaria, dejó de estudiar, como consecuencia de los efectos de la sequía en la región. El pasado 4 de abril, apreció, el presidente João Lourenço inauguró en la localidad de Cafu un canal a cielo abierto para la transferencia de agua del río Cunene, con una extensión de 160 kilómetros, estación de bombeo y un conjunto de 30 chimpacas (embalses) y bebederos.
Las obras de Cafu deben beneficiar a 235 mil personas y 250 mil animales, así como facilitar el futuro riego de unas cinco mil hectáreas de campos agrícolas, señaló Angop.
En opinión del representante de Educación, la disponibilidad de agua constituye una gran oportunidad para revertir la situación de la deserción escolar, al menos en el corredor entre los municipios de Ombadja, Cuanhama y Namacunde.
Según evaluaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la escasez del líquido ejerce un peligroso efecto secundario en la educación de los menores. A la altura de 2019, la Unicef alertó que 614 de las 887 escuelas primarias de Cunene mostraban de alguna manera los impactos del fenómeno natural, al perturbar el aprendizaje de alrededor del 70 por ciento de los 214 mil estudiantes matriculados en aquel momento.
No es sorprendente que el 20 por ciento de los estudiantes haya abandonado la escuela desde principios de año, o que las clases de educación física se hayan cancelado, pues no hay suficiente agua para dar a los niños, valoró en 2019 la agencia de Naciones Unidas.
Durante los últimos años, alrededor de 2,3 millones de habitantes en las sureñas provincias de Namibe, Huila, Bié y Cunene resultaron damnificadas por la sequía, de las cuales casi medio millón son niños menores de cinco años de edad, apuntó la Unicef.
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