Hoy viernes los vietnamitas saldrán de sus centros laborales o de estudios con la alegría de tener cuatro días seguidos de asueto: los feriados del sábado 30 de abril (Día de la Liberación o de la Reunificación) y del domingo 1 de mayo (Día Internacional de los Trabajadores) fueron transferidos para lunes y martes.
Durante esas cuatro fechas serán muchas las oportunidades de pasarlo bien, pues los gobiernos locales y las instituciones han armado programas conmemorativos que incluyen desde actividades culturales hasta visitas a lugares de interés histórico, social y turístico.
Espectáculos artísticos; muestras fotográficas, de pinturas y de artes tradicionales; desfiles de modas; expo-ventas de artesanías; reconocimientos a las costumbres de las 54 etnias que conforman esta nación indivisible; conversatorios sobre la historia del país…
Las opciones son muchas y la alegría una, porque este pueblo que durante siglos estuvo defendiéndose de invasiones extranjeras se regocija hoy en aquella frase de Ho Chi Minh según la cual “Nada hay más precioso que la libertad y la independencia”.
A la libertad y la independencia accedieron por primera vez los vietnamitas el 30 de abril de 1975, cuando las guerrillas de Vietnam del Sur y el Ejército Popular de Vietnam del Norte tomaron Saigón, el último bastión del régimen títere y de paso sellaron la derrota definitiva del invasor estadounidense.
Y ya no hubo en Vietnam más Paralelo 17, ni más sur ni más norte como no sea para tomarlas como simples referencias geográficas.
A la vuelta de 44 años, edificado sobre la sangre y las lágrimas del pasado, y fermentado por el sudor del presente, Vietnam es un país próspero, que se moderniza a ritmo acelerado y, herramientas en mano, goza del mismo prestigio internacional que antes conquistó con las armas.
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