Fueron tres mil 400 toneladas métricas, más 10 camiones cisterna con combustible, y no alcanzaron para socorrer al estado donde comenzó el conflicto provocado por el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF).
Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, “están muy por debajo de lo requerido”, porque “para ayudar con efectividad es necesaria la entrada diaria de 100 camiones”.
Sus informes certifican que el 90 por ciento de los casi seis millones de habitantes del territorio necesitan apoyo urgente, incluidos 115 mil niños con desnutrición grave.
Tigray es apenas uno de los afectados por la conflagración iniciada en noviembre de 2020, cuando el primer ministro Abiy Ahmed ordenó una ofensiva para restablecer el orden constitucional y reducir al Frente, que atacó al Ejército Federal.
Hacia Afar y Amhara, los otros más perjudicados, igualmente creció la respuesta de ONU y el gobierno, que reclama para esos estados la misma preocupación internacional por Tigray.
Esta también es escasa y avanza a trompicones en medio de acusaciones entre el TPLF (siglas en inglés) y las autoridades federales acerca de supuestas operaciones para obstruirla.
Getachew Reda, portavoz de los insurgentes, acusó al gobierno de utilizar la presencia de sus tropas en Afar como excusa para bloquear los servicios a esa y otras regiones vecinas.
Ahora que el pretexto se fue, esperamos que se acceda a las necesidades, comentó en declaración reseñada en varios medios y en la cual anunció la retirada de las fuerzas.
Empero, el Servicio de Comunicación Gubernamental y el ministerio de Relaciones Exteriores aseguraron que son falsos los informes del repliegue y acusaron al grupo de proyectar ataques en la zona.
Otra vez el Frente engaña a la comunidad internacional. En lugar de retirarse, moviliza a numerosos combatientes para librar otra guerra devastadora, declaró el portavoz de la cancillería, Dina Mufti.
Anunció la retirada de sus milicias y los medios publicaron esa mentira sin contrastar los hechos, aseveró.
Desde el armisticio unilateral del gobierno el mes pasado, segundo en casi 18 meses, las hostilidades disminuyeron y ello pareció un paso importante para finiquitar el conflicto.
Mas la posición del TPLF, que aceptó la tregua pero exigió a cambio “la entrega suficiente de ayuda en un tiempo razonable”, amenaza con provocar una regresión.
Mientras, continúa la crisis, que “convive” con la creada por la sequía en otras regiones y causó el desplazamiento de un millón 800 mil personas y hundió en la inseguridad alimentaria a ocho millones 300 mil… hasta ahora.
car/raj