La asamblea final se realizó en el auditorio del sindicato Mexicano de Electricistas, aunque las comisiones sesionaron en sus sedes habituales del Palacio de la Minería, el Museo Nacional y algunas subsedes más.
Los organizadores y convocantes calificaron la propuesta final de altermundista y ecuménica por su sentido global en correspondencia con la nueva situación internacional y la necesidad imperiosa de comprender cuáles son las nuevas contradicciones y cómo combatirlas a partir del movimiento social.
En su documento final -que se aclaró no es un compendio del evento y está abierto a la incorporación de sugerencias antes de su publicación definitiva- el Foro advierte de la premura de confeccionar un proyecto de resistencia emancipadora a partir de una conjunción de movimientos sociales, en el que se proclame que otro mundo es posible.
La propuesta de declaración final fue aprobada por aclamación de la asamblea con la advertencia de que no fue posible incorporar todos los temas que se trataron en este XIV Foro que, se recuerda en el texto, comenzó el 1 de Mayo con un acompañamiento en la marcha del Día Internacional de los Trabajadores.
Se hace mención que es el primer encuentro presencial desde 2019 cuando la pandemia de Covid-19 frenó su consecutividad.
Indica que las sesiones contaron con la presencia y participación de más de seis mil delegados de decenas de países de todos los continentes en representación de movimientos sociales, urbanos, pueblos originarios, ambientalistas, antirracistas, antimperialistas y luchadores sociales .
Se realizaron 789 talleres y asambleas en las distintas sedes de la ciudad, además de las carpas temáticas en la Plaza de Santo Domingo en el casco histórico donde se realizó la ceremonia de inauguración.
La declaración resume los temas que fueron muy variados y ampulosos, desde los derechos humanos y el feminismo, hasta los económicos, sociales, laborales, de salud, culturales, integración, defensa de la soberanía, del clima y el medio, el agua y la tierra.
También abordaron los abusos empresariales, la explotación de mano de obra, la creciente desigualdad social y el consiguiente e indetenible flujo migratorio y su descontrol, la violencia económica que no se ve pero existe, todo lo cual conforma una guerra descomunal en la que está inmerso todo el planeta y sus habitantes.
Se trata, advirtieron, de una guerra real, diaria, en la que la humanidad está sometida y que solamente puede detenerse con una afirmación de la soberanía de los pueblos en contra del saqueo de las transnacionales y su acción depredadora que acelera el cambio climático, y es además, permanente.
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