Varios medios de prensa nacionales reportaron que el extitular del Interior abandonó la ciudad acompañado por varios ministros de su Ejecutivo, tras entrar anoche para disputarle el control de la urbe a Dbeibeh, jefe del llamado Gobierno de Unidad Nacional.
Condenamos en los términos más enérgicos los enfrentamientos armados entre los hermanos en el centro de la capital, manifestó en un comunicado el titular del Consejo Supremo de Estado, Khaled Al-Mashri.
En similares términos se expresó la representante de la ONU en Libia, la estadounidense Stephanie Williams, quien enfrenta numerosas críticas por su labor.
El conflicto no se puede resolver con violencia y por la fuerza de las armas, sino con diálogo, afirmó Williams.
La disputa entre Dbeibeh y Bashagha tiene como telón de fondo la fractura geográfica de este país entre este y oeste.
El primero controla la capital y las zonas occidentales, mientras el segundo tiene como base las zonas orientales, en especial la ciudad de Tobruk, sede del parlamento.
Tras un año de relativa calma, el temor a un nuevo brote de violencia aumentó desde principios de febrero, cuando el legislativo nombró a Bashagha como primer ministro interino en sustitución de Dbeibeh.
Al justificar su decisión, el hemiciclo afirmó que el mandato de este último expiró el 24 el diciembre último, fecha escogida en un principio para celebrar las elecciones presidenciales, pero luego retrasadas indefinidamente por varios problemas.
Dbeibeh rechazó esa tesis y aseguró que el Parlamento no tiene potestad para elegir a su sucesor, quien debe emanar de las urnas.
Desde entonces ambos políticos y sus respectivos gobiernos comenzaron una frenética búsqueda de apoyo interno y externo.
Esta nación vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
jcm/rob