Esa parte del nuevo ferrocarril fue paralizada por un juez alegando afectaciones al ecosistema por no existir un informe definitivo de la MIA, decisión recurrida por el Gobierno a la entidad ambiental.
El documento, realizado por instituciones ambientalistas y científicas Instituto Nacional de Ecología y el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica, fue presentado el miércoles para su evaluación ante la Secretaría de Marina, que construye el tren.
La MIA apunta que los impactos se producirán en la etapa de preparación del sitio y construcción, mientras que en la etapa operativa y de mantenimiento serán mitigables.
Dentro de los impactos observados debido a la realización del proyecto, destacan aquellos relacionados con el agua, en particular con los procesos hidrológicos, que resultan de la posible interacción en el Tramo 5 Sur del trazo del proyecto con los sistemas kársticos, los cenotes, los flujos subterráneos y la posible afectación de la conectividad hidrológica natural.
Este controvertido tramo que va de Tulum a Playa del Carmen, tiene una superficie total de 516 mil 758 hectáreas, de las cuales habrá cambio de uso de suelo en 485 y de estas en 97,24 hay selva mediana subperennifolia (también conocida como bosque tropical) y 388,24 en vegetación secundaria del mismo tipo de selva.
Indica que se requiere poner atención al balance hídrico local, de tal manera que sea mínima la alteración de los escurrimientos superficiales, la reducción de las áreas de infiltración y de evapotranspiración, así como en el manejo de aguas residuales, aceites y combustibles para evitar que entren en contacto con aguas subterráneas.
La MIA señala que el tramo se realiza en una región con acentuada tasa de cambio de uso de suelo que utilizará una fracción mínima de superficies con vegetación natural con buen grado de afectación, y considera que el tren no favorecerá un incremento en las tendencias de deterioro ambiental históricamente registradas a nivel regional.
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