Lo anterior sugiere que una de cada dos personas no sabe de dónde vendrá su próxima comida, indicó la agencia de noticias The Khaama Press.
La pobreza cada vez mayor obliga a las familias desesperadas a vivir en las calles de Kabul y el último informe de la Oficina Nacional de Estadística muestra que el ingreso per cápita de Afganistán se redujo de 500 dólares al año a 350 y la ayuda alimentaria de las agencias de la ONU no logra aliviar la pobreza en el país.
A pesar de la ayuda alimentaria que llegó en los últimos meses, 19,7 millones de niños y adultos, casi el 50 por ciento de la población afgana, siguen pasando hambre y necesitan ayuda urgente para sobrevivir.
Tras la toma del poder por los talibanes el pasado 15 de agosto, Afganistán, un país que depende mucho de la ayuda externa, quedó aislado de las instituciones financieras internacionales, después que Estados Unidos congeló casi 10 mil millones de dólares de los activos afganos.
La posición del gobierno estadounidense empeoró la situación afgana y los precios de los alimentos y del combustible se duplicaron en un momento en que cientos de miles de personas se quedaron sin trabajo.
Afganistán está en peores condiciones económicas, sociales y sanitarias tras la retirada militar de Estados Unidos, cuyas fuerzas armadas invadieron en 2001 el país bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo, pero al costo de más de dos billones de dólares del contribuyente estadounidense según la Universidad Brown, la muerte de cientos de miles de civiles afganos, 11 millones de refugiados y millones de desplazados internos.
Los talibanes controlan una nación más empobrecida que hace dos décadas, con una gran parte de la población en riesgo de padecer hambre, pese a poseer el país abundantes recursos naturales, entre ellos tierras raras, oro y litio.
La crítica situación está marcada además por una intensa sequía que mermó la producción agrícola aumentando el peligro de padecer hambruna, además de la carencia de agua.
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