Así lo proyectó el secretario general, Juan Castillo, al abrir un Congreso que describió como de respuestas y de “esperanza, para organizar la lucha y levantar perspectiva”.
Puntualizó que se trata de enfrentar la carestía, reclamar soluciones para la inseguridad pública, exigir respuestas a la demanda de trabajos dignos y del salario justo y decoroso y organizar la defensa de la educación pública y la seguridad social.
A ello añadió desplegar la lucha por las empresas públicas Ancap, de combustibles, y Antel, de telecomunicaciones, y contra la estafa en el Puerto, por el monopolio concedido a una multinacional y promover profundizar la gestión de los gobiernos departamentales del Frente Amplio en Montevideo, Canelones y Salto y en municipios.
Entre las múltiples tareas trazadas por el PCU sobresalen la unidad de la clase obrera y trabajadora en sus sindicatos y la defensa de la central única Pit-Cnt, las organizaciones sociales más representativas, de estudiantes, jubilados y pensionistas, cooperativistas, pequeños comerciantes y las organizaciones feministas.
En la perspectiva surgida del Congreso resalta el organizar la ofensiva popular para abrir caminos para avanzar hacia la reconquista del gobierno nacional para el pueblo con el Frente Amplio y para que este supere las insuficiencias y los errores cometidos y emprenda el camino de la imprescindible emancipación social.
Deliberaciones y documentos adoptados traslucieron el propósito de pensar el Uruguay y definir “una ruta teórica para su transformación” y una táctica y herramienta para llevarla a cabo, que se trata de construir el camino de la revolución y “disputarle la hegemonía a las clases dominantes que la detentan”.
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