El primer ministro y máxima figura del partido ultraderechista Yamina, Naftali Bennett, y el canciller y dirigente de Futuro, Yair Lapid, emitieron un comunicado sobre el tema tras varias semanas de tensiones en el interior de la alianza tras quedar en minoría en el hemiciclo.
Según el texto, luego de la disolución de la Knesset, Lapid se convertirá en primer ministro interino hasta que preste juramento del nuevo Gobierno emanado de las urnas.
Medios de prensa nacionales estiman que los nuevos comicios podrían realizarse en octubre.
Televisoras reportaron que la acción estuvo motivada en parte tras conocerse que el diputado de Yamina Nir Orbach decidió respaldar una moción de censura que presentaría la oposición el miércoles.
El ministro de Justicia, Gideon Saar, afirmó que el objetivo de las próximas elecciones será impedir que regrese al poder el ex jefe de Gobierno y ahora de la oposición, Benjamin Netanyahu.
Considerado un halcón, Saar abandonó el Likud, dirigido por Netanyahu, hace dos años para fundar Nueva Esperanza debido a sus enfrentamientos con este último, aunque comparten la misma ideológica ultraderechista.
Fuentes cercanas a Bennett dijeron que el objetivo del proyecto de ley es efectuar unas elecciones bajo sus propios términos y no ser expulsados del poder por Netanyahu.
En las últimas semanas el ex primer ministro, que nunca escondió su deseo de regresar al cargo, incrementó sus ataques contra la variopinta alianza, muy debilitada desde que el 6 de abril perdió la mayoría parlamentaria.
En esa fecha la legisladora Idit Silman, también de Yamina, decidió sumar su voto a la oposición. En mayo Ghaida Rinawie Zoabi, del pacifista Meretz, abandonó la alianza tras criticar a Bennett por su falta de respaldo a la minoría árabe.
Ahora los ocho partidos que llegaron al poder hace un año suman 59 escaños de los 120 que componen el Parlamento.
La alianza está integrada por agrupaciones de ultraderecha, centro, islamista, izquierda, todas unidas en su rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu, quien dirigió el país durante 15 años, 12 de ellos de forma ininterrumpida.
Esas profundas diferencias ideológicas provocan constantes roces en numerosos temas que van desde la relación con los palestinos y la colonización judía de sus tierras hasta asuntos religiosos y de presupuestos.
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